martes, 29 de mayo de 2012

VI Media Maratón por Montaña Sierra de Cabeza la Vaca - Tentudía:



El pasado sábado 26 de Mayo tuvo lugar la VI Media Maratón por Montaña Sierra de Cabeza la Vaca – Tentudía perteneciente a la Copa de Extremadura de Carreras por Montaña y, además, prueba que servirá para disputar el Campeonato de Extremadura. Después de algo más de tres largas horas de viaje llegamos al campo de futbol de Cabeza la Vaca a eso de las 17:00h. A pesar de estar en la zona más al sur de Badajoz tuvimos suerte y la tarde estaba más bien fresca para la hora que era. Después de subir a recoger el dorsal a la plaza del pueblo y volver a bajar para cambiarnos empezamos con el calentamiento pre-competición. A las 18:30h estaba programada la salida. Había mucho ambiente ya que éramos 275 los inscritos. El nivel de los participantes parecía bastante variado pero las circunstancias de la prueba tan al sur y a media tarde me inquietaban bastante. En fin, ya no había vuelta atrás. Deseos de buena suerte entre los conocidos y comienza la prueba.


Los primeros kilómetros de la prueba transcurren por las calles del pueblo y por un tramo de unos 2km de carretera que calienta la planta de los pies después de haber estado al sol todo el día. En principio, el ritmo que llevo está bastante bien, no esperaba ir tan rápido en el comienzo, normalmente soy de salida lenta. Llegamos al cruce que nos desvía hacia la pista de tierra. Comienza la primera subida. Los pasos de los corredores que llevo delante sobre la pista levantan una gran polvareda y, junto con el calor que hace, noto la lengua como un trapo y me cuesta bastante mantener una respiración cómoda pero subo bastante bien. Me sorprende el rendimiento que estoy teniendo en esta primera parte que siempre llevo tan mal. Llegamos al final de la cuesta y toca bajar. Más polvo aún y más sensación de ardor en la planta de los pies. Tanto frenar hace que sienta fuego en las zapatillas. Al final de la bajada hay un arroyo bastante ancho y algunos corredores se frenan para pasarlo sin mojarse. Yo necesito refrescar los pies así que decido atravesarlo por el medio y, para no mojar mucho las zapatillas y evitar el peso excesivo en la subida que hay a continuación, piso fuerte para evitar en la medida de lo posible la entrada de agua. Parece ser que mis decisiones no han agradado a todo el mundo y algunos me hacen llegar su malestar aunque no les oigo con el MP3. Lo siento.

Segunda subida. Ahora el ritmo se vuelve más lento. La pendiente es más pronunciada y tengo que reducir la zancada pero, aún así subo bastante constante, sin pararme. Suso me pasa y me deja atrás. El Pérez se ha quedado atrás en el arroyo. Sigo adelante lento pero seguro. Empiezo a ver a algunos corredores que andan y, después de correr unos cuantos metros más, decido seguir su ejemplo para descansar un poco las piernas. Aún así voy bastante bien. Llega el primer avituallamiento y apenas bebo, me tiro el vaso por encima para refrescarme. Hace mucho calor.


Ahora el camino se convierte en un sube y baja bastante rápido por la pista y empezamos a tener bastante tramo de sombra que se agradece. En ocasiones incluso se nota fresco. El recorrido está siendo bastante bonito para tratarse de una pista forestal. Seguimos subiendo y bajando y por fin llega una zona más o menos técnica. Estaba deseándolo. Lamentablemente sólo son unos 100 o 200 metros de bajada. Aún así me sirven para adelantar un par de posiciones y darme una alegría saltando entre las piedras lo más rápido que puedo. Al llegar abajo otro pequeño llano y el segundo avituallamiento. Llevamos 8 kilómetros y me siento bastante bien. Empieza la subida principal que nos lleva al punto más alto de la prueba.

Después del avituallamiento que utilizo para echarme otro vaso de agua por encima y mojarme un poco la boca la pista se vuelve cuesta arriba. Es una subida bastante tendida pero larga. La pista va subiendo poco a poco recorriendo un pinar que nos recompensa con la sombra de sus pinos. Con ritmo constante voy superando kilómetros sin parar de correr. Pienso que no está siendo una prueba muy dura porque normalmente ya habría hecho bastante tramo andando y hoy he andado bastante poco. Seguimos subiendo y en una curva veo al Pérez que viene detrás de mí a unos 100m. No tardará en alcanzarme. Estamos llegando al final de la subida y de repente noto mi ritmo muy lento, me pesan las piernas, me noto vacío. Hora de tomar la glucosa para reanimarlas. Paso por el punto kilométrico que me indica que llevamos 10km, miro el reloj: 55 minutos. Voy muy bien de tiempo para lo que estoy acostumbrado. El hecho de echar la cuenta y ver que estaré alrededor de 1:45 me anima y, sumándole que terminamos la subida y empezamos la bajada, me hace recuperar las fuerzas en las piernas. 


Recorremos un pequeño tramo de bajada por pista y llegamos al tercer avituallamiento. Esta vez me premio con un vaso entero de aquarius y un trozo de plátano para recuperar fuerzas y encaminar la bajada. No veo al Pérez que venía detrás de mí en la subida. Salimos a la carretera. Nos esperan dos o tres kilómetros de asfalto antes de volver a la pista. Aprovecho para descansar un poco las piernas en la bajada. Cuando llegamos de nuevo a la tierra el Pérez me alcanza y me deja atrás. Ha bajado bastante rápido por la carretera. Lo sigo a una distancia asequible y continuamos la bajada que, ahora, transcurre a lo largo de una ladera de hierba iluminada por el sol de la tarde. La rodilla izquierda me da el primer aviso y tengo que dejar que el Pérez se vaya alejando. Terminamos la bajada y llaneamos un poco. Pasamos por una zona de sombras y arbustos que alegra un poco la vista y vuelve el sube y baja. Aprovecho los tramos de subida para acercarme más al Pérez y logro contactar con el de nuevo.


Después del último avituallamiento llegamos a una pista de cemento con bastante pendiente de bajada. Veo volar al Pérez delante de mí mientras mi rodilla me pide descanso. El dolor está empezando a volverse insoportable y tengo que bajar despacio y medio cojeando. Al llegar al final de la bajada comienza la última subida, bastante tendida pero larga, los kilómetros empiezan a notarse y mi ritmo se vuelve bastante borreguero entre el cansancio y la rodilla. Miro hacia adelante y veo que el Pérez se está quedando. Justo antes de alcanzarlo se para y empieza a estirar los gemelos. No puede correr. Lo dejo atrás y sigo subiendo. Ya sólo nos quedan 3 kilómetros y hay que aguantar como sea. 

El último tramo es una bajada de cemento que nos lleva hasta el pueblo y sigue bajando por sus calles hasta la plaza. La rodilla me está matando pero ya se ve el final. Hay que echar el resto y terminar. Llevo una hora y 50 minutos. Esta última parte, a pesar de ser de bajada, la he hecho bastante lenta. Pero ya estoy llegando. Hay mucha gente animando en las calles. Los chavales del pueblo ponen la mano para que se la choques al pasar. Ya queda poco. De repente se escucha la megafonía. Me encuentro con la plaza y con el arco de llegada. 1 hora y 57 minutos. No ha estado mal del todo aunque la rodilla me está matando. Ahora solo pienso en beber y comer. 


Después de recuperar fuerzas y de reunirnos los tres representantes del Club Deportivo Jerte en la llegada podemos comprobar clasificaciones y tiempos oficiales. Susi ha quedado séptimo en la general, se queda, de nuevo, a un puesto del podio en su categoría. Pero es tercero en el Campeonato de Extremadura de Carreras por Montaña. Muy grande. Así que decidimos quedarnos a la entrega de premios. Quizá, incluso, podamos puntuar como Club los tres y obtener premio por clubes en el campeonato. Al final Susi no puede participar con nosotros y no optamos a premio por club. Pero nos llevamos el tercer puesto en la individual para casa y volvemos contentos con el resultado obtenido.


La próxima cita tendrá lugar el 10 de Junio en La Pencona de Aldeanueva de La Vera. Una de las pruebas más duras y emocionantes de la Copa de Extremadura de Carreras por Montaña. Será la primera vez que la corra y tengo que admitir que ya estoy ilusionado por participar. Será una prueba por montaña de las que a mí me gustan. Técnica, dura y épica. Preparad el desayuno y alimentaos bien porque esa mañana desayunaremos en el infierno! =P

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sábado, 19 de mayo de 2012

Recorriendo los molinos de Fresnedoso:


Un fin de semana en Salamanca viene bien para relajarse un poco y para aprovechar y hacer una limpieza general en casa pero, deportivamente, no tiene muchos atractivos. Demasiada meseta, demasiado desprovisto de vegetación y desnivel… Mañana por la mañana tengo carrera pero el objetivo no es competirla sino conseguir que Marga la termine sin apenas entrenar y sin siquiera tener una base que se lo permita. A ver qué tal se le da. Espero que le guste. Pero ¿y hoy? ¿Dónde puedo ir que no me pille muy lejos de Salamanca para quitarme un poco el mono de montaña? Me he pasado un buen rato ayer por la noche y esta mañana buscando algún destino cercano, sencillo y atrayente teniendo en cuenta que no voy a conocer el camino y tampoco quiero perderme. Al final me decido por ir hasta Fresnedoso, cerca de Vallejera, y desde allí subir a las pequeñas cumbres que veo cuando cojo el desvío hacia Barco de Ávila al ir al pueblo los fines de semana. El día pinta mal, está lloviendo y por lo visto en aquella zona llueve más aún pero la decisión está tomada.


A las 11 y algo llego a mi destino. El pueblo es pequeño y bonito aunque hay una niebla bastante densa y llueve a mares. Miro hacia la zona que tenía pensado recorrer y está totalmente cubierta de niebla, no se ve nada y ni siquiera sé si hay un sendero que me lleve hasta allí arriba. Al final decido subir hacia el otro lado, hacia los molinos de viento que se ven desde la autovía y que ya me han llamado la atención más de una vez. Hoy tampoco se ve nada allí arriba debido a la niebla pero me indican un sendero que lleva hacia la cumbre y me pongo en marcha esperando encontrarlos a lo largo de la subida. 


Sigo el sendero ladera arriba, es bastante bonito a pesar de que no se ve mucho más allá de donde estoy debido a la niebla y a la lluvia. En unos 500 metros ya tengo los pies llenos de agua y estoy totalmente calado. El sendero se termina en algo menos de 2 kilómetros y me toca subir directo hacia arriba, campo a través, esperando encontrar algún otro sendero o la pista que recorre los molinos. Después de tener que trepar entre los canchales empiezo a escuchar un zumbido un poco más arriba. Sigo subiendo y empiezo a ver entre la niebla el primer molino. Es enorme, sabía que eran grandes pero verlo de cerca impresiona. Hace bastante aire y se mueve a gran velocidad sobre mí.


Empiezo a notar bastante frío, la niebla se vuelve cada vez más espesa y empieza a llover con fuerza pero tengo suerte y, junto con el molino, también he encontrado la pista que va de un molino a otro así que me pongo a subir por ella hacia el siguiente. El firme es bastante bueno pero tiene bastante pendiente y me cuesta mover las piernas llenas de agua hacia arriba con el viento y la lluvia en contra. Con un ritmo más bien lento sigo ascendiendo hasta escuchar de nuevo el zumbido. El segundo molino se deja ver entre la niebla. Ahora llueve con más fuerza aún. Menudo día he elegido para venir a un sitio que no conozco. No se ve nada salvo la pista así que decido continuar por ella, se está formando un arroyo debido a la cantidad de lluvia que cae.


El tercer molino marca la cima de la ladera. La pista se vuelve más llana y, a partir de aquí empieza la bajada. Apenas he recorrido 4 kilómetros. Empiezo a bajar sin saber hasta dónde llegará la pista confiando en que, cuando se acaben los molinos, si no encuentro el camino de vuelta, podré llegar de nuevo al pueblo con el GPS del móvil. El arroyo baja cruzando la pista  con bastante agua pero el firme sigue siendo bastante cómodo. Paso por el cuarto molino, el quinto, el sexto y, después de tomar un pequeño desvío, el séptimo y último. Ahora parece que están más cerca unos de otros, supongo que será porque bajo más rápido de lo que subía. Ahora ya sólo me queda seguir pista abajo esperando llegar a algún sitio desde el que guiarme.


Después de un par de kilómetros de bajada la niebla empieza a volverse menos espesa y la lluvia me da un respiro. Al fondo veo la autovía, estoy más lejos del pueblo de lo que pensaba pero estoy seguro de saber volver. Cuando llego a la altura de la autovía encuentro una pista que sigue su margen en dirección a Fresnedoso. Decido recorrerla para llegar de nuevo al pueblo. Llevo unos 6 kilómetros. Al final el recorrido va a ser más corto de lo que pensaba. Empiezo a pensar si ha merecido la pena venir hasta aquí para apenas 10 kilómetros en la niebla y bajo la lluvia teniendo en cuenta que, la mayor parte del recorrido lo he hecho por pista forestal. Se termina la pista y se convierte en un sendero prácticamente abandonado, lleno de maleza y flores. Eso me hace sentir mejor. Al fin y al cabo un sendero es más natural que una pista. Al haber tanta hierba mojada me pongo perdido de agua pero al menos disfruto del camino. Al fondo se ve la rotonda que lleva hasta el pueblo. 

 
Al final del sendero tengo que agacharme para evitar un espino y engancho el chubasquero con la alambrada que evita que los animales se metan en la autovía. El resultado son dos sietes como dos soles en la manga izquierda. En mi mente la balanza se inclina hacia el lado de que no ha sido una gran idea venir hoy hasta aquí. Miro el GPS. Llevo 7,5 kilómetros. Pienso que quizá pueda alargar un poco el recorrido cuando llegue al pueblo tomando el desvío que parte hacia el bosque de la izquierda en lugar de tomar el camino de la derecha que tomé al principio. Cuando llego al pueblo, después de 9 kilómetros, me doy cuenta de que aún hay mucha niebla como para ponerme a subir por el bosque sin conocer el camino, además estoy empapado y hace frío. Mejor dejarlo para otro día. Es un sitio bastante bonito, seguro que sin niebla y sin lluvia puedo disfrutarlo más. Me cambio en el coche la ropa empapada y repongo fuerzas. Es una pena tener que dejarlo para otro día pero es la mejor opción. 


Cuando llego de nuevo a la autovía para volver a Salamanca parece que la niebla se está levantando y la lluvia es bastante más débil. A medida que me alejo de allí el día se va poniendo mejor. Ahora que me voy se queda buen día. Es una pena. Habrá que volver algún día. 

Y mañana a correr un ratito por las calles de Salamanca. Pero mañana no seré el protagonista. Ánimo Marga!!
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domingo, 13 de mayo de 2012

Ruta MTB por Puerto Castilla:


La verdad es que ayer, después de bajar de El Torreón, no me hacía mucha ilusión coger hoy la bici para darme una paliza por la sierra de Puerto Castilla pero tampoco supe negarme a la oferta y a las 9 de la mañana estaba en la Plaza de la Independencia de Jerte preparado para una ruta más o menos improvisada con otros 5 compañeros del Club Deportivo Jerte con la intención de subir a la Laguna del Barco.  


Nos pusimos en camino por el cordel hasta Tornavacas pasando por la dura y famosa cuesta de Santa María y la temida subida del campo de fútbol de Tornavacas que, con este calor, se hace más dura y larga de lo que recordaba de la última vez. Al llegar a la carretera empalmamos con la subida del Puerto de Tornavacas. 


La llegada al puerto, a la carretera, supone un descanso que nuestras piernas agradecen. Subimos a buen ritmo hacia el alto del puerto donde nos reagrupamos. En la bajada al pueblo de Puerto Castilla, nos lanzamos a toda velocidad para llegar a la fuente. Aprieta el calor y hacemos un pequeño avituallamiento para reponer fuerzas antes de empezar la subida hacia la laguna.


Después del descanso, de comer algo y reponer líquidos nos ponemos en camino para subir por la pista forestal que nos llevará, ladera arriba, hacia la laguna. Algunos ya empiezan a notar el cansancio y el calor y deciden retirarse de vuelta a Jerte. Los otros cuatro decidimos seguir subiendo pista arriba con ritmo tranquilo ya que no sabemos lo que nos espera por delante y según nuestros cálculos aún nos faltan unos 10 o 15 kilómetros para llegar.


El sol golpea con fuerza, la pista no tiene un solo árbol que nos regale una pequeña sombra y Patrick se nos va quedando por lo que intentamos seguir más despacio mientras ascendemos. En una de las curvas damos vista al otro lado de la ladera esperando ver el camino a la Laguna del Barco pero nos damos cuenta de que en el cruce que vimos hace unos kilómetros elegimos el camino equivocado. Podemos ver unos senderistas a lo lejos recorriendo el camino que deberíamos haber cogido. Y decidimos hacer una parada para esperar y reagruparnos mientras decidimos qué hacer.


No barajamos la posibilidad de dar marcha atrás o atravesar el pequeño valle que nos separa del camino correcto ya que la subida, a pesar de tener buen firme, está siendo dura y las piernas no están para muchos trotes. Hace mucho calor y apenas nos queda agua. Al final decidimos seguir subiendo con el objetivo de encontrar otra pista más adelante que nos lleve hasta el alto del Puerto de Tornavacas e iniciar desde allí el descenso. Cuando alcanzamos esta pista aprovechamos el pequeño arroyo que pasa a nuestros pies para hacer un último avituallamiento y recuperar líquidos y fuerzas antes de la bajada.


La bajada es larga y muy bacheada y, a pesar de suponer un descanso  para nuestras piernas después de la subida, nos machaca los brazos y las manos debido a las altas velocidades y a los baches del camino. Después de un rato de bajada llegamos al alto del Puerto de Tornavacas e iniciamos el descenso por la carretera agradeciendo el aire que generamos al bajar y que nos refresca un poco. Hoy hace mucho calor.


Bajamos por el campo de futbol de Tornavacas, la cuesta de Santa María y Las Pedrizas agradeciendo los pasos por los arroyos que nos mojan y nos refrescan algo más. Poco después llegamos a Jerte. Aprovechamos para refrescarnos en el pilón de la plaza y echarnos unas fotos antes de parar a tomar algo para recuperar fuerzas. Toda una tradición en nuestras rutas. 


Se acaba el fin de semana con otros 45 duros kilómetros en las piernas y con ganas de volver a compartir un día de montaña. Pero eso ya será después de la campaña de las cerezas. 

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sábado, 12 de mayo de 2012

Subida Vertical a El Torreón:


Ya hacía muchos fines de semana que, cuando volvía a Salamanca, se me iban los ojos a lo alto de la sierra detrás de la que se escondía el famoso Torreón. El hecho de que desde pequeño no había vuelto a subir allí arriba y que, últimamente, el camino de subida desde Jerte está prácticamente abandonado y es prácticamente intransitable me habían echado para atrás. Pero ayer, cuando volvía al pueblo, me dije a mi mismo que hoy tenía que ser el día. Y así ha sido. Seguramente a partir del próximo fin de semana ya haya que dedicar los fines de semana a coger cerezas y correr algún ratillo por relajar un poco la mente, además hoy iba a estar medianamente nublado y, a pesar de las temperaturas de esta semana, podría aprovechar la falta de sol. Pues bien, a las 9 de la mañana me puse en marcha sin saber siquiera por donde haría el ascenso y al final, casi por instinto, giré el coche en la subida de Las Cuestas para empezar a subir desde allí. 


Después de una subida para calentar las piernas me paré para sacar unas fotos del Chorrero de La Ventera, precioso con tanta agua y muy nombrado últimamente debido al fatal accidente del pasado fin de semana en el que murió un chico haciendo barranquismo. Después de las fotos saqué los bastones pues decidí que, a falta de camino y para evitar pérdidas, lo más fácil sería subir en línea recta hasta lo alto del cerro. Una vez allí seguir subiendo en línea recta hasta lo alto del siguiente cerro y así hasta que ya no pudiera subir más y desde allí, con un poco de suerte, ya podría ir corriendo hasta El Torreón. No sabía la que se me vendría encima poco después. 


La primera subida las hice por una mata llena de robles pequeños que me dejaron muchos “recuerdos” en las piernas y ya antes de llegar a lo alto del primer cerro tenía las piernas llenas de arañazos. Cuando llego a la primera cima aprovecho para tomar un descanso, sacar unas fotos y ver más de cerca la primera parte de mi objetivo. Con este calor se ha ido deshaciendo la nieve a un ritmo vertiginoso y veo Castifrío a lo lejos prácticamente limpio. Apenas he subido durante media hora y ya casi me he bebido toda la bebida isotónica que llevaba. Hace un calor exagerado esta semana. Sigo subiendo en línea recta y el camino empieza a llenarse de carabones que arañan más mis piernas. Por ahora son una pequeña molestia y pienso que tampoco está tan mal el camino como me lo pintaba mi padre. Al ritmo que voy puedo llegar arriba en dos horas y media o tres.


A la altura de los chozos de La Nijarra los carabones aumentan de tamaño y son casi tan altos como yo. Además se han multiplicado y están tan juntos que no hay camino para pasar. Tengo que abrirme paso saltando entre ellos durante al menos 300 o 400 metros y ahora la pequeña molestia se convierte en un suplicio. Cada paso que doy me araño más las piernas y ya tengo varias heridas abiertas que me escuecen. No me queda otra que seguir avanzando. No hay otro camino (realmente lo hay pero no lo descubro hasta la bajada). Llego a la siguiente subida. Esta es peor aún, con mucha agua y arroyos ladera abajo y repleta de carabones y canchales que tengo que subir prácticamente escalando y saltando de uno a otro para evitar más arañazos en las piernas. Estoy perdiendo mucho tiempo y empiezo a pensar que voy a tardar más en subir de lo que esperaba y eso me frustra. Al final me lo tomo como algo personal, quería subir y bajar en menos de 5 horas. Va a ser difícil conseguirlo. Realmente el camino no está mal. Está peor.

Después de sufrir una hora subiendo, saltando de canchal en canchal, trepando por ellos y destrozándome las piernas con los carabones y, llegando a lo alto del siguiente cerro, veo que lo que me espera por delante es peor aún. Son mucho más altos y el camino está mucho más cerrado ahí adelante. Decido salir de allí y bajar por la ladera hacia un pequeño llano donde desembocan varios arroyos. Por donde baja el agua no hay carabones y ya no soporto más arañazos de los necesarios. Llevo los pies llenos de tierra y trocitos de rama así que bajo al llano, relleno los dos bidones de agua (llevo hora y media subiendo y ya me he bebido un litro de agua) y me pongo las polainas para evitar molestias en los pies. 


Después del breve descanso toca subir. El arroyo baja bastante vertical pero parece que se puede subir siguiendo su cauce. Me pongo en marcha. Por ahora parece bastante asequible y avanzo mucho más rápido y sin arañazos. Es un placer. Ha merecido la pena perder tiempo y bajar parte de lo que he ascendido para encontrar un camino más cómodo. A mitad de subida ya no puedo subir andando y tengo que trepar por las rocas llenas de agua que incluso se desprenden hacia abajo. Voy solo y lo veo peligroso así que, frustrado de nuevo, decido desandar todo lo que he subido para probar suerte por otro arroyo.


A mitad de la bajada me cambio al arroyo de la derecha. Espero tener más suerte con este, ya he perdido mucho tiempo. Ya llevo dos horas y aún me queda mucho para llegar arriba. Por este arroyo aún tengo que trepar más de una vez pero no parece tan peligroso (y tampoco estoy para volver a bajar hasta abajo). Tiene que ser por aquí si o si. Superados un par de tramos de dificultad llego a una zona de arroyos que bajan por la ladera. El sol empieza a hacer su aparición entre las nubes y empiezo a notar el calor. Hago un breve descanso para reponer líquidos y sigo subiendo. No hay tiempo que perder. Empieza a verse la nieve. Pero ya queda poco para llegar a lo alto de esta subida.


Avanzo entre la nieve y el agua que baja ladera abajo llego a esta cima con los pies encharcados pero las piernas algo más descansadas de los arañazos. La sorpresa viene cuando miro hacia adelante y veo muchos más carabones y, vaya hacia donde vaya, tengo que atravesarlos si o si. Me duelen las piernas solo de pensarlo. Así que aprovecho todas las zonas de nieve que puedo para evitarlos. El sol calienta tanto que está muy blanda y si avanzo deprisa mis piernas se hunden hasta las rodillas. Pero lo prefiero a los arañazos de los carabones. Aún así muchas veces no puedo evitarlos y tengo que subir saltando entre ellos aunque me destrocen las piernas. Ya queda poco para llegar arriba, ánimo. Llevo casi tres horas subiendo, tengo los pies encharcados de agua helada y las piernas llenas de arañazos y aún me queda un largo trecho hasta la siguiente cima. Ya es prácticamente la última así que a pesar del escozor y el dolor sigo subiendo todo lo deprisa que puedo. El intento de record tendrá que esperar. El camino está muy complicado y hay que ser paciente. Hace calor y me termino otro bidón de agua. Menos mal que todo está lleno de arroyos debido a las nieves que se deshacen.


Cuando llego arriba no puedo evitar una sonrisa al ver, a lo lejos, la torreta de El Torreón. Lo tengo allí delante. Los Hermanitos a mi izquierda y una llana alfombra de nieve blanda hasta llegar a mi objetivo. Después de una subida tan sufrida me pongo a correr hacia él. Yo he venido aquí a correr y, salvo en contadas ocasiones, no he podido hacerlo en toda la subida así que, a pesar de hundirme en tres de cada cuatro pasos que doy corro hacia la cima.


En algo menos de cuatro horas llego a las escaleras de El Torreón. Me duelen las piernas de los arañazos, tengo los pies empapados y helados de la nieve pero paso casi un cuarto de hora sacando fotos, contento por haber llegado. Aprovecho para comer un par de barritas y beberme lo que me falta de los dos bidones de agua, hace calor para estar aquí arriba y tengo mucha sed. Llevo ya casi tres litros de agua. Qué calor. Pero bueno, ya “solo” queda bajar y podré hacerlo corriendo casi todo el camino. Eso me anima y me pongo en camino para la vuelta.


La bajada es más sencilla. Me prometo a mi mismo que haré más kilómetros si es necesario pero no tocaré un solo carabón a no ser que no pueda evitarlo. Tengo los pies llenos de agua así que decido que lo más fácil va a ser dejarme llevar y bajar atravesando todas las zonas de nieve y agua que pueda para evitarlos. Me paso gran parte de la bajada corriendo sin parar entre los arroyos. Lo agradezco. No tengo que sufrir muchos arañazos y, además, se me refrescan los pies que se calientan rápidamente en las frenadas. Sigo bebiendo sin parar, se nota que ya es medio día. Bajando por las laderas llenas de agua me doy cuenta de que habría sido mucho más fácil y menos doloroso si hubiera subido por aquí a pesar de haberme mojado más los pies, después de todo me los iba a mojar si o si. Me encuentro el “camino” marcado por los hitos y lo sigo haciéndome mucho más fácil el descenso. Empiezo a pensar que he cometido un gran error subiendo por donde he subido. Todo habría sido más fácil y cómodo por aquí. Llego a los chozos de La Nijarra y veo a mi izquierda el mar de carabones que pasé antes y ahora voy por una zona bastante limpia. Definitivamente estoy tonto. 


Sigo bajando por los cerros y llego a los pequeños robles que me arañaron las piernas en la subida. Llevo cinco horas y cuarto. Quiero llegar cuanto antes. Ya voy más tarde de lo que quería y necesito recuperar tiempo así que, a pesar de lo que dicta la lógica, decido lanzarme ladera abajo entre los robles a toda velocidad, saltando y agarrándome a lo que puedo para frenarme en la bajada. Bajo en línea recta y llego de nuevo al último cerro. Ya estoy cerca. Un poco más y llego al coche.


Finalmente llego a las 6 horas y 5 minutos después de los 23 kilómetros más duros que he hecho. Con las piernas llenas de arañazos. Después de tener que beberme unos 4 litros de agua por culpa del calor y sudando como un cerdo. No es un gran tiempo pero lo he conseguido. Me he quitado la espinita de El Torreón y, curiosamente, salvo por las heridas de las piernas, que aún me escuecen, podría decir que lo he pasado genial hoy. Un reto más para la saca y mañana toca bici. Hasta la Laguna de El Barco. Pero esa ya es otra historia que os contaré mañana.

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domingo, 6 de mayo de 2012

Desengrasando las piernas después de Castifrío:


Después de rechazar la oferta de Paquito esta mañana para salir a correr un ratillo y después de pasar la mañana aburriéndome en casa decido salir a dar una vuelta después de comer. En principio el plan era salir una horilla o así para “estirar las piernas” del intento de Castifrío de ayer. Despedirme hasta la semana que viene de las montañas y los bosques antes de volver a Salamanca. El destino elegido son Los Pilones subiendo por Los Sotos, con calma, para disfrutar.


Las primeras cuestas las llevé bastante bien para haber tenido las piernas cansadas ayer por la tarde, parece que he recuperado bien. Se nota que hoy ha salido buen día y que son las 3 de la tarde porque pronto me pongo a sudar como un descosido y se agradece cada sombra que me encuentro por el camino. Aprovecho para sacar algunas fotos a las últimas nieves pues tienen los días contados y le dan un toque especial a nuestra sierra.


Llego al sendero del mirador después de pasar por las Merinas y me cruzo con algunas personas que vienen de Los Pilones. Se me ocurre aprovechar para sacar algunas autofotos ya que voy sólo y así las fotos tienen algo más de relleno (después de varios intentos fallidos lo consigo y el resultado, aunque no sea del otro mundo, me vale). Sigo por el sendero y bajo la calzada para llegar a Los Pilones. Hay poca gente estos días y me cruzo con pocas personas por las escaleras. Aprovecho para sacar algunas fotos más en la subida hacia  el desvío que lleva al Chorrero de la Virgen. Qué dura es esa subida.


Disfruto del sendero que va de Los Pilones al refugio y de la buena tarde que hace. Se está bien aquí arriba a pesar del calor, mucho mejor que en Salamanca, pienso. Aprovecho para recuperar líquidos echando un trago en la fuente que hay antes del refugio. Sigo sudando a mares y hay que hidratarse. Esto ya se parece más a mayo. El sendero de Los Pilones no tiene mucha pendiente y puedo aprovechar para recrearme con la música del mp3. Pero al final lo bueno se acaba, llego al cruce de la Garganta Chica y decido alargar la ruta hacia el Puente de Carrascal. Esto le da un plus de dificultad al “paseo” que tenía planeado en un principio.


Esta subida es muy técnica y tiene bastante desnivel en algunos tramos. La he hecho alguna vez hacia abajo y ya me parecía algo complicada. Hacia arriba es dura como ella sola y las piernas lo notan. Muchas piedras que dificultan el apoyo del pié y pendientes bastante pronunciadas en las que hay que levantar las piernas bien arriba. El paisaje es espectacular asique de vez en cuando aprovecho para sacar algunas fotos y descansar un poco, lo que hace que luego pueda aprovechar para correr algo más fresco hacia arriba.


Llegando al Puente Carrascal, tras tomar una curva cerrada, escucho un ruido delante de mí, levanto la vista y veo un pequeño grupo de cabras monteses que se me quedan mirando. Nos separan no más de 10 metros. Me quedo parado, intento sacarles una foto pero antes de siquiera sacar la cámara ya han desaparecido. Poco después vuelvo a verlas, ahora más abajo, intento sacarles otra foto pero vuelven a huir. Impotente sigo disfrutando del camino cubierto de rocas y agua antes de llegar al puente. Cuando llego aprovecho para comer algo y sacar unas fotos. Está bien disfrutar del sonido y la vista de la naturaleza aquí solo. La Garganta viene cargadita de agua.


Con tanto sacar fotos se me está haciendo tarde y hay que volver asique sigo el camino que me llevará al Puente Nuevo. El verde primaveral y el morado del tomillo adornan el camino y hacen la subida más llevadera. Paro en otra fuente a echar otro trago de agua. Posiblemente hasta el pueblo no encuentre más. Llego a la Ruta de Carlos V y tras un par de tropiezos alcanzo el puente. 


La subida hasta el Collado de Las Losas con este calor se hace más dura de lo que parecía. Llego al cruce y decido alargar un poquito más la ruta siguiendo por la Carlos V. La verdad es que ahora voy muy cómodo y me apetece disfrutar un poquito más de la tarde y esa bajada siempre me ha gustado mucho. Ya llevo dos horas y hay que volver a casa así que disfruto la bajada  bastante rápida y sólo saco un par de fotos más. 


Decido bajar hacía las Rejollás en lugar de ir hasta Las Pedrizas para acortar un poco que se me hace tarde. Al final llego al puente después de dos horas y media y con algo más de 19  duros km a mis espaldas. No está mal para haber salido pensando en estirar las piernas un rato para quitar el mono. Me hubiera gustado disfrutar más aún de la garganta pero es hora de volver a Salamanca asique habrá que esperar a otro fin de semana para volver a correr por los senderos de la Reserva. 

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Primer intento de subida a Castifrío:

Llegó el día de la ruta MTB oficial del mes de mayo del Club Deportivo Jerte. Esta vez tocaba la, siempre apetecible, Ruta de los Pinos. Para algunos esta ruta iba a ser simplemente un entrante de la verdadera aventura que teníamos en mente: El asalto al pico de Castifrío en Tornavacas que llevábamos planeando ya un tiempo. Decidimos aprovechar la ruta MTB para hacer una especie de duatlón de montaña que nos permitiera hacer una subida medianamente relajada compartiendo la experiencia con nuestros compañeros y llegar con fuerzas arriba para subir corriendo a Castifrío.


Durante toda la semana la previsión meteorológica pintaba muy mal. Probablemente tendríamos bastante lluvia. La verdad es que justo antes de la salida caía alguna gota y había bastante niebla en lo alto pero nos pusimos en marcha hacia Los Pinos a la hora establecida.
Esta vez la subida fue más dura de lo habitual debido a que las últimas lluvias habían dejado bastante barro en la pista y las ruedas de la bici se clavaban profundamente en la pista con lo que el esfuerzo en cada pedalada era considerable. Poco a poco íbamos ganando terreno. Aproveché que estábamos haciendo la subida con relativa tranquilidad para adelantarme en algunas ocasiones y sacar algunas fotos.


La subida hasta el Collado de Las Losas ya dejaba algún descolgado y al llegar a la dehesa comenzamos a sufrir los destrozos ocasionados por las excavadoras que habían subido hasta allí para “arreglar” (la habían destrozado) la pista. El camino se convertía a partir de ese momento en un lodazal imposible hacer montado en la bici y nos tocó hacer bastante camino a pie. Algunos metimos los pies hasta los tobillos en el barro para poder pasar con la bici algún tramo.


Seguimos subiendo hacia la cima por la pista destrozada que habían dejado las máquinas. Al final llegamos a la portera que da acceso a los pinos donde hicimos reunión para reponer fuerzas y sacar unas cuantas fotos de equipo. Siempre es un gran momento cuando tenemos ese pequeño descanso para comentar la subida y observar las vistas desde el alto de los pinos. 



A partir de aquí comenzó nuestra paralela aventura hacia Castifrío. Tomamos el desvío hacía la majada donde dejaríamos las bicis y nos cambiaríamos por la ropa de carrera. Nuestro destino estaba allí arriba, lleno de nieve. La cosa pintaba difícil pero no estábamos allí para quedarnos con las ganas. El camino hacia la majada consistía en una “pista” que el agua también había complicado y la hacía más dura. Al final llegamos a la majada, nos cambiamos, nos liberamos de algo de peso, dejamos las bicis y la ropa que nos sobraba y nos pusimos manos a la obra. 



El primer tramo de subida fue bastante llevadero e hicimos gran parte de este corriendo a un ritmo bastante aceptable para venir de la subida en bici pero pronto tuvimos que echar pie al suelo y empezar a subir andando. Las cabras montesas nos esperaban allí arriba y corrían a nuestro paso. A partir de aquí había que alternar la carrera con las subidas andando debido al terreno y al desnivel. 



Subimos un par de collados y alcanzamos el pico de Peña Negra. No pudimos dejarlo de lado sin más y decidimos coronarlo trepando por sus rocas para hacernos la foto de rigor. Las vistas eran espectaculares desde la cima a pesar de la niebla. Y allí seguían nuestro Castifrío y sus alrededores llenos de nieve. Era momento de seguir con la aventura. 



A partir de aquí ya empezaba a verse nieve a nuestro paso y el camino se iba volviendo más pedregoso y difícil. Llegamos al siguiente collado, con un desnivel bastante importante y lleno de rocas cubiertas de nieve que hacían muy difícil su ascenso. Trepando por las rocas con cuidado conseguimos llegar a la cima. El paisaje era impresionante. La nieve lo cubría todo y lo hacía aún más espectacular. Desde la cima mirábamos el camino que nos quedaba por recorrer para llegar hasta arriba.



Demasiada nieve y demasiado peligroso ascender por tantas rocas en aquellas condiciones. Después de debatir nuestras opciones durante un buen rato y de sopesar todas las posibilidades me convencieron para dar por finalizado este intento muy a nuestro pesar. La verdad es que las condiciones no eran nada buenas. Quizá arriba hubiera bastante grosor de nieve y había que atravesar un mar de carabones y bastantes rocas cubiertas de nieve. Decidimos volver a intentarlo más adelante pues la espina que se nos ha quedado después de tenerlo tan cerca, y a la vez tan lejos, nos hizo darnos la vuelta con una gran sensación de impotencia. Era momento de volver.



La bajada se hizo también peligrosa pues las rocas con la nieve se volvían muy resbaladizas y las laderas de los collados muy técnicas y cubiertas de pequeñas piedras sueltas nos hicieron resbalar en alguna ocasión teniendo incluso resultados catastróficos para alguno de nosotros. El Pérez se lesionó y nos tocó hacer el último tramo de bajada bastante lento. Al menos podía caminar. Al final llegamos de nuevo a la majada. Nos cambiamos, recogimos nuestras bicis y nos  pusimos en camino hacia Jerte por la parte de Tornavacas para evitar el mal estado de la pista por el lado de Jerte.



Dura bajada la de Los Pinos por la zona de Tornavacas pues se coge mucha velocidad y las piernas sufren de ir tanto tiempo de pie sobre la bicicleta absorbiendo todos los baches. El camino está lleno barro y arroyos en muchos tramos. Terminamos nuestra aventura en la plaza de Jerte. 6 horas y 43,5 km después de la salida, con la sensación de habernos quedado a medias. Es hora de reponer fuerzas en el bar de Victor (La Taberna del tio Juan) y disfrutar de las fotos y los recuerdos que nos ha dejado este primer intento de coronar Castifrío. Volveremos y, esta vez, no nos vendremos con las manos vacías.


  • Video grabado por Luis ("reportero oficial" del Club Deportivo Jerte):