Suena el despertador. Son
las 7 de la mañana. Mientras desayuno mis padres me advierten que la nieve ha
bajado mucho esta noche. Según tráfico el puerto de La Hoya, al lado de
Candelario, está cerrado en ambos sentidos (luego resulta no ser cierto porque Javi y Susi han venido por el puerto de Tornavacas). A las
8 nos ponemos en camino por Plasencia. A las 9:20 llegamos a nuestro destino. No hace mucho
frio para lo que se ve ahí arriba. Toda la sierra está completamente blanca. El
paisaje es espectacular. Estoy deseando subir alli!
Recojo el dorsal, me quito
el chándal y salgo a trotar un poquillo para calentar. Al final parece haber
menos corredores aún de los que había en la corta lista de inscritos y todos
parecen tener más nivel que yo. En mi cabeza empieza a rondar la duda de si
será esta la primera vez que llegue el último.
Llega el momento de la
salida. Esta vez no es una salida multitudinaria. Con 3 filas de corredores con
bastante espacio para nosotros empieza la cuenta atrás. Enciendo el cronómetro
y el MP3. Esto va a empezar y no hay vuelta atrás. Los miedos se disipan.
Empezamos a correr. La calle que va de la plaza a la salida del pueblo es una
cuesta empedrada que parece no tener fin. Con ritmo tranquilo pero intentando
no quedarme atrás voy subiendo por ella. Veo a mi hermano y a Marga con la
cámara en la mano. Saludo, sonrío y empiezo a centrarme en mantener el ritmo.
Se acaba el pueblo. Llega la
trocha. Esta vez está bastante mojada y hay zonas que resbalan bastante. Ya no
recordaba lo empinada que se volvía en algunos tramos. Llevo a Santi de TRBS
delante. El ritmo que lleva me parece adecuado. Puedo seguirle corriendo y
andando y parece un ritmo que nos puede llevar en buen tiempo a la meta sin
tener que sufrir demasiado. Me pongo a rueda y decido seguirle hasta donde pueda.
Aparece delante de nosotros el cartel que marca el KM1. Increíble. ¿Sólo
llevamos un kilómetro? Los kilómetros en esta carrera son más largos de lo
normal.
Llega un tramo bastante
llano. Se puede correr medianamente bien y recuperamos de la primera subida. A
media que avanzamos por él empiezo a pensar que cuanto más dure el llano más
dura será la siguiente subida. Sigo a rueda de Santi. Empieza la siguiente rampa.
Es una subida bastante llevadera que nos lleva al pinar. Empieza a haber nieve
por el suelo. Abandonamos el camino de subida que seguimos en el Cross de enero
para atravesar el pinar hacia una pista forestal. La nieve de los pinos se está
deshaciendo con el sol, que empieza a brillar en el cielo, y los goterones nos
caen encima refrescándonos.
Seguimos subiendo por la
pista a un ritmo más bien tranquilo. Primera mirada atrás y nadie nos sigue.
Hay un grupo de unos 5 corredores a 100 metros de nosotros por delante y luego
Santi y yo. Detrás nadie. Empiezo a sentir miedo de si seremos los dos últimos
corredores. Seguimos corriendo e intercalamos con descansos andando pues la
subida ya es más repentina y las piernas van cansadas. Cada vez hay más nieve
en el camino y de repente tenemos ante nosotros la grandeza de las montañas
totalmente blancas. Las vistas son impresionantes. Hay que subir allí arriba.
En este momento me parece que queda muy lejos. Acabamos de pasar por el KM2.
La subida ahora se vuelve
más complicada. Abandonamos la pista para subir totalmente rectos por la ladera
de la montaña. Atravesando mares de carabones y levantando mucho las piernas
para poder ascender. Esta subida ya empieza a hacerme sudar en serio. Hace
calor a pesar de estar rodeados de nieve y empiezo a respirar más fuerte por el
esfuerzo. Sigo teniendo a Santi delante y sigo mirando hacia atrás sin ver a
nadie. Empieza a angustiarme la idea de ser el último. Arriba, al final de la subida nos
esperan un fotógrafo y un niño que nos animan a terminar el tramo. Llegamos a
la carretera. Hay algunas personas dándonos ánimos. Cruzamos y seguimos ladera
arriba. Al menos esta subida es más limpia. Ahora ya sólo se ve nieve a
nuestros pies. Cruzamos el punto kilométrico que nos indica el KM3.
Seguimos subiendo, ahora ya
andando. La subida es bastante exigente y las piernas notan la anterior subida.
Uno de los corredores que llevamos delante se ha descolgado del grupo y empezamos
a acercarnos a él hasta darle caza. Al menos ya estoy seguro de no ser el
último. Ahora ya solo miro mis pies y los de Santi. Sólo veo la nieve y el
camino que han dejado los corredores que van por delante. Escucho música.
Intento relajar mi respiración y seguir subiendo a rueda. De nuevo entre
carabones llegamos de a otro tramo de carretera. Más ánimos de los asistentes y de
nuevo otra subida por nieve. Estamos en el KM4. A lo lejos la plataforma. El
avituallamiento. Mi hermano y Marga están ahí de nuevo, no los esperaba. Más
fotos y más ánimos por su parte que me hacen sentir bien. Un traguito de aquarius y para arriba.
Ahora la nieve ya es más
profunda. Los pies están blancos y el suelo blandito a nuestro paso. Me gusta.
Santi empieza a dejarme atrás. Se ve que ha entrado en calor. Intento seguirle
sin que se me escape mucho pero poco a poco voy a ir perdiendo metros hasta la
meta. Ahora la subida es una línea recta hasta arriba. Empieza a hacer aire y
se nota más fresco aquí arriba. Adelantamos a un par de corredores más en la subida
mientras seguimos ascendiendo. Ahora puedo mirar atrás y veo que hay más participantes al fondo, detrás de nosotros. No éramos los últimos. El camino
dejado por los de delante ya empieza a hundirse unos 20 cm. Hay
bastante nieve. Hay que subir andando lo más deprisa posible pero al estar
tan pisado y las suelas de las zapatillas llenas de nieve dura resbalo
bastante. Santi se termina escapando ladera arriba. Al fondo se ve la meta. Pasamos
por el KM5.
Sigo ladera arriba. Empiezan
a bajar los primeros corredores que han coronado la cima. Bajan corriendo a
nuestro lado dándonos ánimos. Ya queda poco. El último tramo ya está bastante
metido en la nieve y es repentino pero el hecho de ver la meta allí arriba y a
los que ya han llegado bajando me hace encontrar fuerzas para el último
empujón. Miro el cronómetro. Llevo una hora. Parece que al final voy a tardar
menos de lo que esperaba. Termino llegando a la meta en 1 hora y 5 minutos. No
está nada mal. Ahora toca disfrutar de la bajada. Me dejo llevar ladera abajo
corriendo por la nieve virgen. Disfrutando de cómo mis pies se hunden en ella y
puedo bajar bastante rápido dando saltos. Cuando ya es inevitable vuelvo a la
senda y me dedico a bajar tranquilo dando ánimos a los corredores que aún están
subiendo. Al final había más de los que pensaba. Pero supongo que el miedo a
llegar el último me empujó también hacia arriba.
Llego a la plataforma. Mi
hermano y Marga están esperándome. Me cambio y bajamos al pueblo. Repongo
fuerzas mientras se reparten los premios a los vencedores. Al final comemos
algo en la plaza del pueblo y nos permitimos dar una vuelta por el pueblo.
Volvemos a Salamanca. Hoy invito yo a comer. Muy rico todo, por cierto, aunque
poca cantidad para el hambre que traíamos. Habrá que cuidar bien a mis
fotógrafos. Se terminó la aventura del KM Vertical del Calvitero 2012.