lunes, 30 de julio de 2012

Subida al Almanzor:

Después de un tiempo sin plasmar mis aventuras y desventuras deportivas recupero las buenas costumbres y vuelvo para quedarme (espero). Han pasado casi dos meses desde mi última noticia en el blog. Mi nueva situación laboral, la campaña de recolección de cerezas en Jerte (pieza clave de la economía familiar) y el calor veraniego me han mantenido apartado de este “cibermundo”. A pesar de no plasmar aquí mis entrenamientos y retos no he parado de entrenar y durante la campaña de cerezas dedicaba el poco tiempo que tenía, un dia si y otro no, a salir a correr un poco, aprovechando las circunstancias que me mantenían en este pueblo en el que tuve la suerte de crecer, desgastando sus caminos una y otra vez para mantener la forma que tanto me había costado conseguir. Aúnque pueda parecer curioso mi estado de forma durante la campaña de cerezas ha sido bastante superior al que he tenido esta última semana en la que puedo decir que estoy oficialmente de vacaciones. No se si podría considerarse sobreentrenamiento y que, sencillamente, el cuerpo está pidiendo un descanso pero esta semana pasada he decidido bajar un poco el ritmo de entrenamientos para recuperar fuerzas con vistas al sábado. Bien, pues es hora de retomar la buena práctica de contaros mis aventuras y qué mejor momento que recordando el último entrenamiento-reto que he realizado con algunos amigos (Pérez, Susi y Javi) y que ha consistido en hacer cima en el Almanzor (2592 m) corriendo desde la plataforma de Gredos.


La aventura comenzó a las 5:30h de la mañana cuando el Pérez y yo salimos de Jerte y nos reunimos con Susi y Javi  en Tornavacas para salir juntos hacia la Plataforma de Gredos. A las 7:00, aproximadamente, llegamos a nuestro destino, nos cambiamos, dejamos atrás los coches y comenzamos la subida por la calzada que nos llevaría poco a poco hacia Los Barrerones donde daríamos vistas a la Laguna Grande de Gredos y al Almanzor. Susi iba delante marcando el ritmo. Al principio no me resultó complicado seguir el ritmo pues la verdad es que no era muy fuerte pero mis piernas, poco a poco, empezaron a dejarse llevar por el cansancio acumulado en esta última semana de baja forma y tuve que comenzar a andar algún tramo antes de la Fuente de los Cavadores, nuestra primera parada. El grupo de cabeza, formado por Susi y Javi, comenzó a tomar distancia y nosotros tuvimos que coger un nuevo ritmo, más lento, para el ascenso. Después de recuperar fuerzas, echar un traguillo de agua y echar unas fotos a un grupo de cabras monteses que nos miraban a lo lejos reemprendimos la marcha. 


Ahora, en la subida, había dos ritmos, el que marcaban Susi y Javi y el nuestro, que teníamos que conformarnos con seguirles de lejos intentando que no se escaparan demasiado. Poco a poco coronamos la subida y el amanecer teñía de color oro, a lo lejos, la cumbre del Almanzor. Después de reagruparnos comenzamos el descenso hacia la Laguna Grande por Los Barrerones con un ritmo tranquilo pero constante. Las piernas agradecían la bajada aunque es una bajada bastante técnica y hay que mantener los ojos bien abiertos para evitar accidentes innecesarios. Aún nos quedará lo más duro cuando lleguemos al refugio. Después de una breve parada en la fuente de Los Barrerones seguimos corriendo por la orilla de la laguna hasta el refugio Elola a los pies del Almanzor, donde aprovechamos para un último descanso, sacar una foto de grupo y prepararnos para la subida.

 

Comenzamos el ascenso corriendo durante los tramos en los que se puede y andando o trepando lo más rápido que nuestras piernas lo permiten en los tramos en los que correr es imposible. Javi en cabeza, seguido por Susi y más atrás Pérez y yo siguiéndoles. La primera parte de la subida es bastante cómoda y podemos permitirnos correr en algunos tramos. Poco a poco nos adentramos hasta la Hoya Antón siguiendo los hitos que nos llevan hasta la Portilla Bermeja. Aquí correr ya es imposible y toca trepar por los canchales a cuatro patas. Las piernas empiezan a cargarse y, a pesar de no ser un gran esfuerzo para el corazón y los pulmones, el ascenso por la pedregosa Portilla Bermeja comienza a hacerse más lento debido a la falta de fuerzas en los cuadriceps. 


Javi y Susi se escapan a lo lejos y nos esperan en el rellano donde normalmente se encuentra el nevero y donde nos desviamos a la derecha para seguir ascendiendo por un tramo menos pedregoso pero más pendiente y resbaladizo en el que adelantamos a algunos montañeros que han salido del refugio para hacer cumbre. Seguimos ascendiendo la resbaladiza ladera hasta llegar a la Portilla del Crampón donde nos reagrupamos. Allí una fría niebla nos recibe con los brazos abiertos. Aprovechamos para ponernos algo seco y dejar las mochilas. Desde aquí podemos ver el hermoso paisaje que tenemos a ambos lados de la cumbre, al menos lo que la niebla nos permite ver. 


Hace frío y decidimos realizar un ascenso rápido hasta la cima del Almanzor. Los últimos metros de ascensión son los más técnicos y, prácticamente, hay que escalar por las rocas para alcanzar la cima. Tengo que admitir que las alturas y yo no nos llevamos muy bien y que mi reto, realmente, era este último tramo pero con paciencia y gracias a la ayuda de mis compañeros consigo llegar hasta la cima. Es momento de disfrutar y de sacar unas fotos. Hemos empleado una hora y 45 minutos en hacer cima. No está nada mal. 


Debido al frío y la niebla y a que Javi y Susi no pueden quedarse mucho tiempo comenzamos la bajada. El momento de mayor tensión para mi. Lo que más “respeto” me da no es subir, sino tener que bajar. Los primeros metros hasta la Portilla del Crampón se me hacen más fáciles de lo que pensaba y, sin darnos cuenta, estamos bajando por la pedregosa barrera de vuelta hacia la laguna. Javi y Susi se adelantan, pues tienen prisa por volver, y el grupo se disuelve. Les vemos alejarse poco a poco mientras nosotros realizamos un descenso más tranquilo. Las piernas se cargan en la bajada que se hace bastante larga y dura debido al mal piso y a las constantes frenadas y saltos. 


Terminando la bajada por la Portilla Bermeja escuchamos unas voces que nos llaman. Son Luis y Fátima que también realizan la subida al Almanzor, aunque ellos van andando. Nos tomamos un pequeño descanso para saludarles y charlar con ellos. Después de la foto de rigor cada uno sigue su camino, a ellos les queda un largo ascenso y a nosotros todo un camino de vuelta hasta la plataforma que realizaremos corriendo desde aquí. 


Llegamos de nuevo al refugio Elola y, sin parar, recorremos la orilla de la laguna pensando en la larga subida que, muy posiblemente, se nos va a atragantar dentro de poco. Nos cruzamos con los senderistas de Tornavacas y, un poco más adelante, con los senderistas de Jerte que también realizan la subida al Almanzor. Durante la subida por Los Barrerones nos cruzamos con numerosos grupos de personas. Es hora punta en Gredos, se nota que es fin de semana. Continuamos la subida corriendo y andando a un ritmo bastante bueno a pesar de que las plantas de los pies ya piden clemencia de tanto saltar de piedra en piedra y las piernas están ya muy cargadas. 


Después de una larga subida coronamos la cima y recibimos con alegría el llano que nos llevará a la bajada. Durante la bajada, con cada pisada sobre las piedras de la calzada, la planta de los pies se resiente y las piernas empiezan a rendirse al cansancio. Seguimos cruzándonos con numerosos grupos de personas que realizan el ascenso o que se toman un descanso a un lado del camino. Casi parece que la bajada es más larga ahora que en la subida. El sol empieza a calentar en los últimos kilómetros de bajada y empiezan a aparecer nubes que, por la tarde, descargarán un buen aguacero. Llegamos al coche, con los pies y las piernas bastante doloridos, en 3 horas y cuarto (en movimiento). Es un gran tiempo, habíamos calculado mal. Reponemos fuerzas con un bocadillo y volvemos para Jerte. 


La experiencia ha merecido el madrugón y el dolor de piernas. Deseando el próximo entrenamiento/reto que nos llene de nuevo el depósito de ganas y de ilusión toca volver a la monotonía, a los entrenamientos más comunes para mantener la máquina engrasada y a compaginar las zapatillas con los pedales, a desgastar los caminos de los alrrededores de Jerte y su maravillosa Reserva Natural. 
Hasta la próxima!!
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