Ya hace tiempo que en mi cabeza, y en la de alguno más, se gestaba la idea de realizar corriendo una travesía
que uniera el pueblo de Candelario con el de Jerte atravesando la sierra y
pasando por tres de los picos más emblemáticos de la zona: El Calvitero, La
Ceja y El Torreón. Con esta idea rondándome la cabeza, hace poco me desplacé hasta Candelario para realizar la
subida hasta El Torreón con la intención de conocer un poco el recorrido por esa vertiente
pues nunca había estado por allí y comprobé que está muy bien marcado. La parte de Jerte aún queda un poco a la
improvisación debido al deterioro de sus caminos y a que la primera parte se
realiza campo a través buscando los claros que dejan los carabones por Majada Reina hasta llegar a los chozos de La
Nijarra. Aún así decidimos intentarlo el pasado sábado y, lamentablemente, todo quedó en eso, en un intento, porque
ni siquiera pudimos completar la mitad del recorrido debido a las
condiciones climatológicas tan adversas que nos encontramos.
Hace un tiempo que algunos compañeros
que compartimos afición por esto de las carreras por montaña y amistad en las redes sociales venimos hablando de la posibilidad de hacer entrenos un poco
diferentes e intentar compartirlos para socializarlos y hacerlos más enriquecedores
y divertidos aprovechando nuestra cercanía geográfica. Ya este verano realizamos la ruta de Carlos V, uniendo Jerte con
Jarandilla, junto a nuestros amigos de Casas del Castañar pasando una divertida
mañana de montaña y ahora le tocaba el turno a esta nueva travesía más invernal de lo que nos esperábamos. Después de “caerse” de
la “convocatoria” Victor y Suso al final sólo Dani pudo acercarse a compartir
con nosotros este reto. Así que, a las 7:30h de la mañana del sábado 18 de
Noviembre, salimos de la Plaza de la Independencia de Jerte Pérez, Fery, Dani y
yo camino de Candelario después de un sábado bastante lluvioso con la esperanza puesta
en las estrellas que se veían entre las nubes antes de amanecer y que auguraban un buen día.
Llegamos a Candelario antes
de las 9:00h y nos preparamos para la salida. El día parecía bastante claro a
pesar de que alguna nube aún se mantenía pegada a lo alto de la montaña. Con la
esperanza de que a lo largo de la mañana se levantara nos hicimos la oficial foto de
salida cuando ya se veía a lo lejos algo de nieve en las cumbres, algo que sólo
parecía ilusionarme a mí. Cinco minutos para calmar un poco los nervios y nos
ponemos en marcha ascendiendo por la larga calle principal del pueblo hacia su
parte más alta con un ritmo lento pero constante. La temperatura es fresca pero no
en exceso y poco a poco vamos entrando en calor cuando llegamos arriba.
Una vez en lo alto del
pueblo cogemos el sendero que recorrimos tanto en el Cross por Montaña de Candelario como en el Kilómetro Vertical del Calvitero para subir hacia la pista del pinar. Es un sendero
estrecho y con mucha vegetación, bastante técnico y resbaladizo debido a la tierra
mojada de la noche anterior pero con un encanto especial. Después de recorrer
algo más de un kilómetro a lo largo de la pista del pinar atravesamos una cancela y recorremos una serie de cortafuegos que nos llevan en línea recta y totalmente vertical hasta la Plataforma I, nuestro primer “checkpoint”.
Desde esta plataforma continuamos el ascenso recorriendo los pequeños caminos abiertos entre la maleza y atravesando un par
de veces la carretera hasta la segunda plataforma, la Plataforma del Travieso, donde muere la carretera.
A partir de aquí recorremos un sendero bastante técnico que nos lleva, también muy
verticalmente, hacia la Cuerda del Calvitero. La temperatura empieza a volverse
bastante gélida y la niebla comienza a hacerse patente. Poco más arriba, en un
arroyo, paro a coger agua y a ponerme algo de abrigo y los guantes pues
las manos empiezan a quedarse heladas por la temperatura.
A medida que ascendemos la nieve hace su aparición en el suelo y poco después el viento helado comienza a
golpear copos de nieve sobre nuestras caras que duelen como agujas clavándose en la piel. El suelo y la vegetación empiezan
a cubrirse cada vez más de blanco y parece que estemos en pleno
invierno con esta estampa tan navideña. Nos cruzamos con un grupo de montañeros que ascienden en medio del
temporal y nos dejan pasar trotando. En este momento el paisaje ya es totalmente
blanco, no se puede ver mucho más que nieve en el suelo y el blanco de la
niebla y la nevada en el horizonte. El hecho de que vaya en pantalón corto causa sensación y es foco de las conversaciones.
Seguimos ascendiendo y
adelantamos a otros tres montañeros que iban por delante de nosotros. Para
nuestro disgusto ya no queda nadie más ascendiendo por delante y ahora somos nosotros los
que vamos pisando nieve virgen y nuestra única guía son los hitos que vamos
encontrando a nuestro paso pero que cada vez están más cubiertos de nieve y con la
nevada y la niebla apenas podemos distinguirlos de las rocas. Recorremos
así un par de kilómetros hasta que ya apenas podemos seguir el camino,
encontramos algún hito de vez en cuando pero la mayor parte de los pasos que
damos son en la trayectoria equivocada.
Decidimos parar para sacar
una foto de grupo que muestre el panorama que teníamos a nuestro alrrededor entre risas
nerviosas para evitar pensar en el frio que estábamos pasando y en lo peligrosa
que se estaba volviendo la situación. Decidimos continuar hacia
adelante confiando en encontrar pronto el camino. Bajamos saltando entre
canchales hacia lo que parecía un hito que resulta ser una simple roca.
Seguimos bajando hacia un arroyo donde creo que pasa el camino pero no es así.
Cada vez nieva más, hace más frio y, definitivamente, estamos fuera del camino, perdidos.
Las risas nerviosas aumentan intentando quitar hierro al asunto, apenas podemos hablar con claridad pues tenemos
congeladas hasta las mandíbulas y después de varias caídas y alguna herida
decidimos darnos la vuelta por seguridad en un momento de lucidez.
Es momento de recuperar la
temperatura cuanto antes y realmente no tenía mucho sentido continuar hacia
adelante intentando buscar el camino pues aún nos quedaban unos 200-300m
positivos que ascender y varios kilómetros hasta La Ceja y El Torreón. Cuanto
más ascendiéramos más fuerte sería la nevada y más cubierto estaría todo de nieve y el Paso
del Diablo, por donde tendríamos que realizar el descenso ayudados por la cadena, podría
ser demasiado peligroso en estas condiciones y, finalmente, tendríamos que darnos la vuelta de todas todas, con el añadido de más de una hora extra en estas condiciones. Lo más sensato era volver a
Candelario y tomarnos la revancha en otro momento con mejores condiciones
climatológicas y eso fué lo que hicimos.
Ascendemos por una
canchalera y encontramos de nuevo un hito lo cual nos tranquiliza bastante, a lo lejos vemos el siguiente, estamos
en el camino de vuelta y rápidamente nos ponemos a trotar siguiendo las señales,
descendiendo rápidamente buscando el calor que nos permita sentir las manos y los
pies. Apenas se ve nada en el horizonte debido a la niebla pero, a medida que
descendemos, se va aclarando un poco y parece que deja de nevar. Después de
unos minutos de bajada oímos voces a lo lejos. Tenemos la sensación de haber vuelto a la civilización. De nuevo nos cruzamos con el grupo de montañeros que ahora están atados con una
cuerda para evitar perderse y buscan el camino de bajada. Después de cruzar unas
palabras con ellos continuamos nuestro descenso trotando ladera abajo por el
camino que ahora está más pisoteado y nítido. La niebla va desapareciendo poco a
poco y comenzamos a notar que el aumento de temperatura desentumece nuestras
extremidades.
Por fin dejamos atrás la
nieve y la niebla y ahora solo tenemos que descender el técnico sendero de rocas sueltas
que nos llevará de nuevo a la Plataforma del Travieso. Realizamos la bajada a ritmo más vivo para alcanzar la plataforma cuanto antes. Poco a poco comenzamos a
poder mover los dedos de las manos y ya podemos hablar con claridad. Seguimos
descendiendo rápidamente hasta la Plataforma I donde realizamos una breve parada para picar
algo antes de continuar con el descenso por los cortafuegos hasta el pinar.
Ya más tranquilos
aprovechamos para sacar algunas fotos puesto que antes no podíamos permitírnoslo debido
a la imposibilidad de usar las manos agarrotadas por el frio. El sentimiento de impotencia por no haber
podido culminar el reto está presente pero también podemos pensar más fríamente en
lo peligroso que habría sido seguir adelante en esas
condiciones. Hemos hecho lo correcto. Llegamos por fin al pueblo. Descendemos
de nuevo su calle principal hacia la plaza ante la mirada de los turistas hasta
llegar al coche. Aprovechamos para cambiarnos la ropa mojada (los que podemos
porque el pobre Dani dejó todo en Jerte ya que, en principio, era el punto final de la ruta), y nos
tomamos un merecido refrigerio en un bar de la plaza antes de emprender la
vuelta. El montado de jamón con tumaca sabe a gloria.
Es triste pensar, ahora en
casa, que no hemos podido terminar lo que empezamos pero también es una
satisfacción saber que fuimos capaces de hacer lo correcto y darnos la vuelta
antes de cometer una imprudencia. Aún así fue un entreno muy enriquecedor y
completo y la verdad es que nos echamos unas risas en una situación bien
complicada a pesar de estar muertos de frio y apenas poder hablar debido a la
temperatura. La experiencia mereció la pena con creces y nos queda el gusanillo
de terminarla por lo que nos queda una deuda
pendiente con esta travesía y volveremos a intentarlo cuando los días sean más
largos y menos fríos. Mientras tanto seguro que habrá muchos otros retos que superar y
aventuras que disfrutar. Un placer gozar de la compañía de estos tres grandes
compañeros y amigos en locuras de este calibre, sin vosotros seguro que habría sido más
aburrido y peligroso. Un abrazote y hasta la próxima, máquinas!
- Enlace al track de la ruta: TRACK
- Enlace al álbum de fotos: FOTOS
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