Ha pasado mucho tiempo ya
desde que me pasé por aquí por última vez. Quizá algunos me hayáis echado de
menos, otros, los que más, ni siquiera os habréis percatado de mi ausencia. La
verdad es que a veces me sorprende la extraña capacidad que tengo para mostrar la máxima
intensidad en algo y, de repente, sin previo aviso, cambiarlo por una total indiferencia y hacer como si nada. Los que me conocen dicen que es mi forma de ser, que siempre he sido así. Empiezo a pensar que tienen algo de razón. Habrá que ser positivos y pensar que todo lo
malo tiene algo bueno. Gracias a este “superpoder” también he conseguido darle la vuelta a la tortilla y eliminar muchos malos hábitos en mi vida y aún lo sigo haciendo. Bueno, que me estoy enrollando para variar y mi intención era darle
un nuevo estilo al blog intentando ofreceros entradas más cortas, sencillas y
entretenidas así que vamos al tema que nos ha traído hasta aquí.
Habréis notado que últimamente
(prácticamente desde el verano) he estado un tanto desaparecido del mundillo montañero en
general y del ciberespacio montañero en particular. No es que me haya cansado de él, nada más lejos de la realidad, de
hecho no es que tenga mono, es que tengo un gorila de lomo plateado. Tampoco es que los “superpoderes” de los que hablaba antes se hayan
vuelto en mi contra y hayan desactivado de nuevo el interruptor de mi cerebro como seguramente haya pensado más de uno. Sinceramente echo mucho de menos aquellos momentos del año pasado cuando podía dedicar todo mi tiempo a
vivir, a disfrutar y a sentir la montaña sin agobios ni distracciones pero tengo la
mala costumbre de comer todos los días, vivir no es gratis y uno tiene que buscarse las habichuelas de alguna manera. Además,
hoy por hoy, a nadie le ha parecido una gran idea lo de ofrecerme sustento por mis
aventuras (aunque estoy abierto a todas las posibilidades :P). Puestos ya en situación, podéis imaginaros que uno tiene que
establecer prioridades y, como bien dice Pedrito, lo primero es la familia,
después el trabajo y luego todo lo demás. El caso es que al final he
terminado arrastrando los pies hasta la gran ciudad y poco a poco me voy convirtiendo en uno más de esos
grises urbanitas que miran contínuamente el reloj, respiran aires contaminados e intentan digerir de la mejor manera
posible atascos, ruidos y superpobladas aceras y centros comerciales.
Si al cambio de residencia y
de forma de vida, al curso de preparación para acceder a mi actual puesto de trabajo y a otras tantas cosas que no me voy a poner a enumerar, le sumamos que, poco antes de navidad,
cuando ya había reducido de manera
alarmante la intensidad de los entrenamientos y de mi implicación deportiva y
montañera, tuve que pasar por quirófano y eso me ha tenido parado otros dos
meses y medio de propina… el resultado de estos últimos 6 meses han sido 12 kilos de
más, una forma física y rendimiento deportivo muy deficiente y una notable falta de motivación que
me tiene un pelín preocupado.
A pesar de haber sido uno de
los afortunados que ha conseguido
una plaza para la Travesera de este año que, por otra parte, aún no sabemos a
ciencia cierta si se celebrará o no, lo que sí está claro es que Luis se me ha
quedado fuera y ha sido un palo bastante gordo para los dos. A pesar de tener más de una aventura en mente,
alguna casi a tiro de piedra, con él. A pesar de que falta apenas un mes
para nuestra carrera de Jerte (que otro año ha vuelto a demostrar que es más grande de lo que aparenta. A pesar de todo no me noto aún con la ilusión del año pasado.
Puede que sean estos aires contaminados, estos edificios tan altos o este interminable asfalto lleno de gente. Puede que sea por la limitación de tiempo a la que ya no estaba acostumbrado. O puede
que el hecho de no tener un acceso tan privilegiado a la montaña como el que tenía el año pasado mantenga bajos mis
ánimos. O también puede que solo me falte un pequeño empujón que me haga dar la primera zancada para inicar de nuevo esta carrera. Así que, como siempre, he
decidido poner un punto y aparte e iniciar un nuevo párrafo en esta aventura. A mi manera, tirando de "superpoderes".
El objetivo para esta nueva temporada no
tendrá mucho que ver con tiempos, posiciones o puntos. No me sirven. No me hacen falta. Esta vez correré por placer. Intentaré acercarme a la montaña en todas sus modalidades siempre que me sea posible para disfrutar con
intensidad de cada sensación y de cada persona que me acompañe, para volver a sentirme libre, para volver a sentirme vivo. Hay
mucha montaña en Madrid para desaprovecharla (a pesar de que, inevitablemente, también suela estar superpoblada), hay muchos fines de semana en
Jerte y en sus alrededores y me quedan aún muchos otros lugares y amigos por descubrir y disfrutar. Es momento de despertar del letargo y volver a la carga con energías renovadas.
Bienvenidos a Winners never Quit, Quitters nerver win 2.0. Va por ustedes.