Domingo 10 de Junio de 2012,
después de una hora y pico de viaje llegamos a Aldeanueva de la Vera con la
hora más bien pegada al culo pues faltan poco más de 30 minutos para que dé
comienzo la V Carrera Pencona, mi primera Carrera Pencona. Vamos a recoger los
dorsales y hay una cola bastante grande. Llegan las 8:15h, faltan 15 minutos
para empezar y aún no los hemos recogido. Hay que olvidarse de calentar o
conformarse con dar pequeños saltos sobre los pies y estirar un poco las
piernas. Por fin tenemos los dorsales. Vamos a cambiarnos rápidamente al coche
y al final la carrera comienza a las 8:40h. En mi cabeza una mezcla de emoción
e intriga. La Pencona tiene fama de ser una de las carreras más duras de
Extremadura. También es la más técnica, eso me gusta, es más de mi estilo. Ante
todo siento nervios y respeto.
Salimos corriendo por las
calles del pueblo en los primeros metros. Me doy cuenta de que no he encendido
el GPS cuando hemos empezado, tampoco me he puesto el ya mítico buff de los
fuegos para evitar que me resbale el sudor por la frente. La sensación de que,
con las prisas, pueda haberme dejado demasiadas cosas en el tintero me pone
algo nervioso pero ya no hay vuelta atrás. Me pongo a rueda de Miguel y Javi y
sigo sus pasos por las calles de Aldeanueva. Llegamos a una pequeña bajada que
nos adentra en una trocha por las fincas de cerezos de la localidad. Empiezo a
quedarme atrás pero sigo los consejos que me han dado antes de empezar y sigo
mi propio ritmo. La primera parte de la subida es cómoda, por pista, pero muy
larga y de postre tenemos uno o dos kilómetros de subida vertical que nos llevan
a la parte más alta de la carrera. Hay que guardar fuerzas para lo que está por
llegar.
Continúo por la trocha que
recorre las fincas de cerezos y rompo a sudar a pesar de no ser un día extremadamente
caluroso. Noto mis piernas cansadas, como sin fuerzas y siento deseos de parar
para andar un poco. Siempre me pasa esto los primeros 20-30 minutos de carrera
así que decido ignorar estos deseos y continúo corriendo, concentrado en mi
respiración, con ritmo lento pero constante. Me animo a mi mismo pensando que
debo estar entre los 50 primeros y si mantengo ese ritmo habrá mucha gente que
se quede atrás cuando se rindan al engaño de su mente y se abandonen a andar.
Con estos pensamientos llego al primer avituallamiento, en mitad de la subida
de la pista. Aprovecho para echarme agua por encima para refrigerarme un poco y
bebo un vaso de agua. Continúo subiendo con mi ritmo lento pero machacón y
empiezan a pasarme algunos corredores, aunque esta vez son pocos los que me
pasan comparando con anteriores carreras. Cuento unos 5 corredores que me
adelantan en esta segunda parte de subida. Llega un llano y aprovecho para
alargar mi zancada y recuperar los metros perdidos. Al final del llano una
pequeña subida que nos sitúa en el segundo avituallamiento. Abandonamos la
pista para comenzar la subida por un pequeño sendero que terminará en la famosa trocha
vertical de unos 2 kilómetros en la que, trepando entre canchales, ascenderemos
a la parte más alta de la carrera. Esta zona hay que hacerla andando y trepando por
las rocas, agarrándose a los salientes y a la vegetación para poder ascender. Es
espectacular. Aprovecho para mantener el ritmo de subida de Suso y algún otro
corredor de Plasencia.
Al final de la subida
vertical podemos volver a correr durante medio kilómetro por un sendero
bastante técnico que nos deja en las praderas de montaña llenas de arroyos,
agua y barro donde corremos campo a través. La subida hace mella en algunos de
los corredores que tengo por delante y aprovecho para recuperar puestos
corriendo todo lo rápido que permiten mis piernas por los arroyos y el pasto.
Siguiendo las balizas entre los carabones consigo adelantar a unos 7 u 8
corredores antes de llegar al tramo de bajada. La bajada es también muy
vertical y complicada debido a la vegetación. Apenas se ve el camino y con las
prisas de recuperar puestos tengo un leve tropezón y mi rodilla se resiente.
Recuperado de la caída continúo bajando saltando entre los carabones e
intentando no tropezar más. Después de un par de kilómetros de bajada llego al
tercer avituallamiento, aprovecho para tomar algo de bebida isotónica y comer
un poco antes de ponerme en marcha de nuevo. Por delante casi la mitad de la
carrera pues aún estamos en el kilómetro 15. Continúo con grandes zancadas por
la bajada de pista forestal que tengo por delante. Cuando llego al final de la
bajada mi rodilla empieza a avisarme de que no está para muchos trotes después
de tanta frenada.
Ahora la pista cambia su
inclinación y empieza a subir. Es una subida bastante tendida pero, después de
la dura bajada, las piernas no responden como esperaba y en algunos tramos
tengo que rendirme y ascender andando para recuperar fuerzas. Hace bastante
calor y tengo tanta sed que tengo que pararme a beber en los tres arroyos que
cruzamos en la subida. Finalmente llegamos a una zona llana que desemboca en un
sendero bastante técnico que nos lleva al cuarto avituallamiento. Paro a beber
un par de vasos de agua y cojo algunas gominolas para el camino por si me hacen
falta. Continuamos corriendo por el sendero que, poco a poco, se vuelve más
técnico aún. Mi rodilla sufre los resbalones y tropiezos. Cruzamos la garganta,
continuamos por una zona de barro a la orilla de un caño y terminamos por
llegar a la zona de la carrera que transcurre por la Ruta de Carlos V. Aquí la
rodilla ya me pide parar a gritos. Faltan unos 5 kilómetros y no me queda otro
remedio que continuar cojeando e intentando cargar todas las frenadas sobre la
pierna derecha. Los pies, que han realizado la bajada totalmente mojados,
empiezan a arderme como si estuvieran creciéndome varias ampollas. Este último
tramo se me va a hacer muy duro. Ya queda poco.
La bajada por el camino
enlosado con contínuos cambios de dirección y saltos castiga mi rodilla y cada
vez puedo ir menos deprisa. Los corredores que llevaba detrás van dándome
alcance y tengo que apartarme a un lado para darles paso. Apenas puedo correr
pero no quiero perder más puestos. Ya he perdido mucho tiempo durante toda esta
zona de bajada por culpa de la rodilla. Intento olvidar el dolor y dar zancadas
más largas pero es imposible. Cada vez me duele más y lo peor es que siento
como la pierna se queda sin fuerzas lo que me provoca varios tropezones que a
punto están de acabar con mis huesos por el suelo. Me resigno y decido terminar
los dos últimos kilómetros de carrera al ritmo que la pierna me permita.
Después de todo no puedo hacer otra cosa. Me pasan varios corredores más. Me
enfado conmigo mismo pues sigo perdiendo tiempo y puestos. Continúo bajando. Me
encuentro con el Pérez que está sacando fotos de todos los corredores en el
tramo final de carrera. Me habría gustado salir en la foto saltando como un
rebeco pero tengo que conformarme con justificar mi lentitud y mi cojera y seguir
bajando hacia la meta. Finalmente llego al puente de Aldeanueva. El gentío
grita y aplaude animando a los que terminamos en pie esta aventura. Termino,
casi sin poder correr, los últimos metros por la orilla del rio y la parte baja
del puente y subo el último repecho que me deja en el puente y en la meta. Me
cuesta bastante andar pero he conseguido terminar mi primera Pencona y, a pesar
de los dolores que me han hecho perder muchas posiciones y mucho tiempo estoy
contento con el resultado (2 horas y 43 minutos).
Ahora toca disfrutar de esa
adictiva limonada, de la amabilidad de los colaboradores, de un remojón de
piernas en las heladas aguas de la piscina natural, comentar la jugada con los
compañeros y recoger el premio de Susi siendo segundo en su categoría (además
de la mochila de Javi). Despedida de la Copa de Extremadura de Carreras por
Montaña hasta el mes de septiembre. Ahora toca centrarse en la campaña de
cerezas. No podíamos tener una mejor despedida. Larga vida a la Pencona.
Enhorabuena a la organización y pronta recuperación a los que tuvieron que
abandonar por el camino.
- Enlace al track de la ruta: TRACK
- Enlace al álbum de fotos: FOTOS
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