Después de una semana
bastante tranquila en cuanto a entrenamientos y liado entre páginas web y
lenguajes de programación por fin llegó el fin de semana. Este ha sido un fin
de semana de esos disfrutones, de esos que piensas: "Joder, ésto que tenemos aquí es muy grande!". El Valle del Jerte está precioso con las mil
tonalidades de las hojas en otoño, con las nieblas y nubes que llenan las
gargantas de agua y embellecen el paisaje de la Reserva Natural Garganta de Los
Infiernos. Llevaba toda la semana deseando que llegara el viernes y volver a
disfrutar de estos paisajes y de estas sensaciones.
El viernes opté por un
entreno a ritmo tranquilo, simplemente quería dejarme llevar por las vistas y
los olores. Volver a correr por el Puente Nuevo, subir la calzada de la ruta de
Carlos V y recorrer el técnico camino que desemboca en el Puente Carrascal, el
emblema de nuestra carrera de este año. Además hacía mucho que no realizaba
este recorrido en el sentido de las agujas del reloj. La bajada desde el Puente
Carrascal a los Pilones estaba algo resbaladiza debido a las lluvias lo que la hacía bastante divertida y el paso
por Los Pilones muy tranquilo a última hora de la tarde. En total unos 17km a un
ritmo llevadero pero sin descanso ni paradas para andar (que últimamente ando mucho).
El sábado tocaba MTB.
Después de esta semana bastante paradilla y de la salida del viernes me levanté
con las piernas algo doloridas. La subida se me atragantó bastante y me costó
más trabajo de lo habitual llegar a la cima. Aún así me lo tomé con calma.
Después de todo estaba ahí para disfrutar de una salida en bici con compañeros y amigos y me serviría para estirar las piernas entre entreno y entreno. Mi plato fuerte lo reservaba
para el domingo. Después de unos 45km por los alrededores de Cabezuela llegamos
a Jerte y disfrutamos de un merecido descanso tomando algo en el bar. La tarde lluviosa. Perfecta para
disfrutar del calorcito en casa y acostarse pronto.
Por fin llega el domingo. Las
previsiones de lluvia no se cumplen por la mañana. Las piernas aún se quejan
de la carga del viernes y el sábado pero parecen estar preparadas (tampoco les queda otra) así que
sobre las 9:30 decido salir a reencontrarme con mi querido Collado de Las
Yeguas con la cámara de fotos preparada para traerme unos cuantos recuerdos a
casa con los que pasar la semana. El itinerario incluye además, de nuevo y ya prácticamente obligatorios en las salidas jerteñas, Los Pilones y el Puente Carrascal para
ir abriendo boca.
Subiendo por el Reboldo
hacia Los Pilones, la mañana gris y las lluvias de la noche hacían del paisaje
algo espectacular así que opto por ir corriendo cámara en mano y sacando fotos
allá por donde paso. No puedo evitar ir pensando todo el tiempo en que no salir un sábado para
madrugar un domingo por la mañana a veces tiene premios como este. Me siento como en una nube, recorriendo paisajes de cuento.
Llego a Los Pilones y me
dispongo a sacarme una foto con la garganta al fondo y un golpe de aire lanza
la funda de la cámara al agua (al menos sólo fué la funda). Desde el puente observo cómo se aleja flotando a merced la corriente. Ya es la segunda vez que la pierdo y esta parece ser la
definitiva. Un golpe de suerte hace que se vaya acercando lentamente a la
orilla y decido bajar a por ella. El granito mojado resbala mucho y es
casi imposible no caerse. Termino rescatandola después de meterme en el
agua hasta las rodillas. Empezamos bien la mañana.
Continúo mi camino por el
sendero que une Los Pilones con la Garganta Chica. Las lluvias han hecho
reverdecer el paisaje y el musgo es de color verde chillón. Sigo sacando fotos
mientras corro disfrutando a lo grande del entorno. Parada obligatoria en la fuente
para beber un poquito con vistas a la técnica y exigente subida hacia el Puente
Carrascal. Más fotos.
Afronto el primer tramo de
subida corriendo pero poco después tengo que rendirme y continuar
andando. Después de todo es una subida bastante fuerte y técnica y aún me
queda mucho por subir a lo largo de la mañana. Es mejor guardar fuerzas para
lo que queda por delante. Al ir andando puedo dedicarme a fotografiar todo a mi
paso. La mañana está fresquita pero no hace frio y huele a humedad en el
ambiente. La garganta baja con un gran estruendo a mi izquierda mientras asciendo poco
a poco hacia la parte más alta de la primera subida importante de la mañana.
Por fin llego al pequeño
tramo de bajada. Hay mucha agua en el camino y un pequeño arroyo recorre el
sendero formando charcos. A partir de aquí voy a pasar toda la mañana con los
pies encharcados. Las rocas resbalan bastante y tengo que hacer la bajada muy
concentrado y con mucho cuidado. Llego al puente. La garganta trae
mucha agua y paso un rato sacando fotos al agua y en el primer tramo de subida que
hay al pasar el puente donde hay grandes rocas desprendidas.
El sendero hacia el Collado
de La Encinilla también está resbaladizo debido al agua pero se puede correr
bastante bien y vuelvo a dejarme llevar por el encanto de los colores y olores
otoñales. A ratos sale el sol e incluso hace calor pero las nubes negras siguen
amenazando en lo alto y se ve bastante niebla por el Collado de Las Yeguas.
Llego al cruce con la Ruta de Carlos V y comienza la verdadera subida de la mañana. Alterno carrera con pasos largos caminando a lo largo de La Encinilla hasta llegar a la parte alta donde puedo disfrutar de una subida más tendida y realizar la mayor parte del trayecto corriendo.
Al haber mojado la funda de la cámara tengo que llevarla
todo el rato en la mano y aprovecho para seguir guardándome recuerdos para la
vuelta. A pesar de llevar toda la mañana rodeado de los mismos colores no dejan
de aparecer ante mi imágenes de cuento a lo largo del camino, así que aprovecho
para sacar más y más fotos.
Ya en la fuente de
Peñalozana hago una breve parada para coger agua y mezclarla con sales pues estoy sudando mucho debido a la humedad. Empieza a notarse frio y la niebla comienza a
tapar todo el paisaje. Como
algo y me pongo el chubasquero. Quizá pueda llover en los kilómetros que me faltan hasta
el Collado de Las Yeguas. Envuelvo la cámara en una bolsa de plástico por si las moscas y me
pongo en camino. En unos cuantos metros ya estoy cubierto de niebla y agradezco
el calor extra del chubasquero pues empieza a hacer frio.
Hasta ahora el camino estaba
bastante encharcado pero aquí arriba ya hay muchos tramos que tengo que
hacerlos corriendo y chapoteando por arroyos y agua estancada. Me pongo de barro
hasta arriba y avanzo mientras la niebla se quita y se pone a mi paso. No
parece que vaya a llover. Paso por el tramo de brezos que se ha convertido en un
cenagal con las lluvias para llegar al puente de la Garganta del Hornillo y afronto el último
tramo de subida hasta la cima.
Al llegar arriba hay
bastante niebla pero parece que no hace
mucho frio. Recupero fuerzas comiendo las pocas pasas que me quedan y echando
el último trago de agua y decido guardar de nuevo el chubasqueo pues parece que
la lluvia no va a hacer aparición. Ya sólo me queda bajar y volver a llenarme
de agua y barro hasta las cejas.
La bajada me la tomo con calma pues las piedras resbalan mucho y son bastante afiladas. No es plan de tener un accidente aquí arriba y menos estando solo. Atravieso de nuevo el cenagal de los brezos y recorro el tramo más técnico hasta Los Escalerones grabando un par de videos por el camino. La niebla parece empezar a levantarse y la temperatura parece haber subido un poco.
Continúo el descenso hacia el
Collado de La Encinilla y bajo por él hacia la calzada que me llevará al Puente
Nuevo. A pesar de que la Garganta Chica trae bastante agua no puedo resistirme
a hacer el tramo que une el Puente Nuevo con ésta para llegar al sendero de los
Pilones ya que es un tramo bastante rápido de trocha de tierra con unas vistas
espectaculares y, además, me sirve como guinda del pastel para terminar el
entrenamiento.
Después de disfrutar del
sendero llego a la Garganta Chica. Evidentemente no hay forma de pasar de
piedra en piedra y, además, las lluvias y la humedad las han vuelto demasiado
resbaladizas así que decido volver a meterme hasta las rodillas y atravesarla por
el agua ante la expectación de algunos turistas que disfrutan de su bocadillo.
El frio del agua me da un pequeño descanso a las piernas que ya vienen cargadas
de la bajada.
Me pongo en camino hacia Los
Pilones mientras las zapatillas se van descargando de agua. Son casi las 2
de la tarde cuando atravieso de nuevo el puente. Me cruzo con algunos grupos de
turistas que disfrutan del tesoro que tenemos aquí arriba. Continúo mi camino
ascendiendo la calzada ahora ya con paso lento pues el cansancio empieza a
aparecer y las piernas ya me advierten de que les queda poca batería. No me
queda nada para comer así que no queda otra que seguir adelante.
Al llegar a Las Merinas
decido bajar por el sendero que recorre el Cerro de Las Uvas hasta el Centro de
Interpretación pues había quedado con el Fery y llego con la hora un poco justa
antes de que se vaya a comer. Durante el descenso ya noto las piernas llegando
al límite y la subida por Las Vegas hasta Jerte, por pista encementada y
bastante llana, tengo que hacerla alternando carrera con caminata pues la
rodilla me ha dicho basta. Curiosamente los tramos que tengo que hacer andando
son de bajada, pudiendo correr en las subidas y los llanos al no tener que
sujetar mi peso con las rodillas.
Por fin llego a Jerte
después de 30km bastante duros y técnicos pero con imágenes, olores y
sensaciones para afrontar otra semana de asfalto, edificios y vehículos. Sigo
pensando que el dolor de piernas merece la pena y que madrugar un domingo
muchas veces tiene premios como éste.
- Enlace al track de la ruta: TRACK
- Enlace al álbum de fotos: FOTOS