Tomo la salida a las 5:30 de
la mañana para evitar el mayor tiempo posible de exposición al sol. Aún hay
bastante gente por la calle y tengo la suerte de vivir al lado de la zona de bares
del pueblo así que me toca salir a escondidas para evitar cualquier comentario
jocoso fruto de las borracheras. La luna llena brilla en lo alto e ilumina el camino y el valle al
completo y recorro los primeros kilómetros hasta Las Pedrizas pensando en el
ritmo que debo llevar para aguantar bien durante todo el trayecto, en
si ha sido buena idea haber elegido este día para intentarlo, y en que no me siento en
mi mejor momento. Supongo que son los nervios. Con estos pensamientos llego a Las Pedrizas y
unos perros me devuelven a la realidad saliendo a darme los buenos días ladrando y corriendo hacia mi. El susto es bastante gordo y tengo
suerte de que se aburren pronto de seguirme. Sigo el trazado del Camino de
Carlos V subiendo bastante cómodo a un ritmo constante, concentrado en el haz
de luz que ilumina los metros que tengo por delante de mis pies, parando solo a
fotografiar el pueblo desde lo alto en el cruce de Los Campillos antes de
entrar en el reboldo.
Una vez en el reboldo el
camino se hace más emocionante y misterioso al dejar atrás las pistas para adentrarse
en el sendero que recorre el bosque de castaños y robles. Disfruto de él hasta llegar al Collado de Las Losas y decido
modificar el recorrido para evitar los perros de Alfonso, con un susto he
tenido bastante. Bajo por la pista hasta el sendero de la venta y lo sigo
hasta llegar al sendero que lleva al Puente Nuevo. Bajo por la calzada disfrutándola y al puente, es una gozada verlo tan oscuro. Me hace sentir privilegiado. Aún
queda bastante tiempo para que amanezca así que cojo un poco de agua y me pongo de nuevo
en marcha para subir cuanto antes el Collado de La Encinilla. Realizo
el ascenso con ritmo tranquilo para aguantar corriendo todo lo que me sea
posible y, salvo algún tramo más técnico, consigo subirlo casi todo sin apenas andar.
Una vez arriba hago la parada de rigor para asomarme al risco. El cielo empieza
a volverse más claro, pronto amanecerá. Unas fotos, un trago de agua y a
continuar.
El siguiente tramo llano lo realizo
a velocidad de crucero, ahora me noto más positivo y con ganas. Me dedico simplemente a disfrutar e intento controlar mis
piernas para no ir demasiado rápido, tengo que guardar energías, aún me queda
mucho. Llego a Peñalozana y el cielo comienza a iluminarse. Recojo un poco de agua de nuevo
y aprovecho para sacar una foto dándome un pequeño descanso antes de continuar.
El suelo empieza a verse mejor con la claridad del cielo pero mantengo el
frontal encendido para evitar tropiezos innecesarios. Al llegar a Los Escalerones
me encuentro de frente con una cabra montés que está comiendo tranquilamente. Al verme se asusta y rápidamente desaparece de mi vista. Me asomo al mirador para intentar ver al resto del grupo. Están
justo debajo de mí pero soy incapaz de sacarles ninguna foto ya que no hay mucha
luz y la cámara no enfoca bien. Es una pena. Resignado continúo con el ascenso.
Cuando llego al brezal ya se
ve perfectamente y empieza a notarse el fresco mañanero. Se me quedan las manos
heladas y noto el sudor frio en la espalda. Con un poco de suerte llegaré al
Collado de Las Yeguas antes de ver el sol. Realizo el último tramo de subida
rápidamente para conseguirlo y llego a la cima antes de que haga su aparición. La Vera
está ya iluminada por sus rayos. Es hora de reponer fuerzas rápidamente y ponerse cuanto
antes con la bajada. Llevo 17km y unas dos horas y media. Aún quedan muchos kilómetros por
delante y la bajada es muy dura.
Intento hacer esta parte del
camino con un ritmo bastante lento para no forzar la rodilla. Poco a poco voy
recorriendo la parte más técnica de la bajada peleándome con las piedras sueltas
y los carabones que me cortan el paso continuamente. El sol hace su aparición
iluminándolo todo. La verdad es que es un placer sentirlo en la cara después de
llevar gran parte del recorrido a mis espaldas. Me hace sentir bien y renueva
mis fuerzas animándome a seguir. Llego a la garganta y paro a recoger agua para terminar la bajada.
Como un poco y saco unas fotos antes de continuar.
El siguiente tramo es más
cómodo de piso pero la vegetación lo hace muy incómodo. Los arañazos y
tropezones son bastante comunes y eso lo hace más cansado. Al final, a pesar de
intentar cuidarla, mi rodilla empieza a resentirse. Al menos tengo suerte y no
me encuentro con vacas. Llego a la alambrada y entro en la zona de
bosque y matorrales, más limpia y cómoda. Ya se ve claramente Jarandilla y veo cerca el
final de la primera parte de la aventura. Intento frenar con la pierna derecha para no cargar
la rodilla izquierda aunque ya es demasiado tarde. Recorro los senderos que me
separan del pueblo y, en poco tiempo, estoy cruzando el Puente de Palos. Ya solo me queda el sendero que pasa cerca del camping y, por fin, llego al final de la
ruta en 3 horas y media, con los primeros 26km en las piernas. La rodilla la tengo bastante tocada.
Aún me queda volver y la verdad es que me impone bastante respeto pensarlo. Me como el
sándwich de nocilla y aprovecho para tomar un ibuprofeno que me calme la
rodilla con vistas a la última bajada.
Sin entretenerme me pongo en marcha con
la vuelta. Después de la breve parada
los primeros pasos hacia arriba son muy cortos y lentos, cuesta ponerse a
correr de nuevo y con cada zancada noto un agudo dolor en las piernas. Saco los
bastones para los tramos de más pendiente porque los voy a necesitar. En el
sendero del camping, más llano, puedo sentir mis piernas algo más vivas y
acelero un poco el ritmo hasta llegar de nuevo al Puente de Palos donde cojo
agua para la subida. Será la última parada hasta cruzar de nuevo la garganta
arriba, ya con vistas al Collado de las Yeguas.
La subida por el bosque de
robles se hace dura y, salvo algún tramo más llano y menos técnico, tengo que
andar bastante o correr muy suavemente. En el tramo de matorral que hay antes
de cruzar la alambrada cojo un camino equivocado y me meto por un sendero de ganado que me
separa del camino oficial. Termino subiendo la ladera campo a través hasta
saltar la alambrada para coger de nuevo el camino bueno. Son cosas que pasan. Una
vez en el sendero correcto subo todo lo rápido que puedo ayudándome con los
bastones y corriendo en los tramos que tienen menos pendiente para intentar
hacer el ascenso lo más rápido posible. La rodilla parece haberse calmado y el
ritmo que llevo no es malo del todo, sobre todo teniendo en cuenta lo que he recorrido hasta ahora. Si
la vegetación era incómoda en la bajada, en la subida se hace más dura y
evidente multiplicando los esfuerzos a realizar en la subida. Por fin consigo
llegar, aún con fuerzas, al cruce de la garganta, aprovecho para comer algo y
coger agua para el tramo de subida que me queda, el más duro y repentino.
Agacho la cabeza y me pongo
en marcha ladera arriba. La pendiente es bastante dura y técnica y empiezo a
notar cansancio en las piernas. Llevo unos 30 kilómetros y realizo todo este
tramo de subida andando lo más rápido que puedo ayudándome con los bastones. En
lo alto veo una pareja de buitres reconociendo el terreno y alguna vaca a lo
lejos.
Empiezo a sentir el calor de las horas centrales del día y el sudor me
empapa brazos, piernas y ropa. Tras unos 20 minutos de subida llego por fin de nuevo al Collado
de Las Yeguas, muy cansado pero contento. Ya solo queda bajar. Bebo un
poco de agua, como algunas pasas y me pongo en marcha con la bajada. Ahora hay que dejarse llevar hasta Jerte. Lo más difícil está hecho.
La rodilla parece haberse
calmado durante la subida y el ibuprofeno ha hecho efecto, aún así me tomo el
primer tramo de bajada con mucha calma ya que es bastante técnico, con mucha
roca suelta y pasos bastante incómodos, y no quiero sobrecargarme. Cuando llego
a la zona de brezos aprovecho para aumentar la velocidad y cojo un ritmo
bastante cómodo. Será el ritmo que mantenga a lo largo de toda la bajada. Paso por Los Escalerones pero no paro para continuar a ese paso sin perder el tiempo. No noto excesivo cansancio en las piernas a pesar de llevar unos 35km
bastante duros a mis espaldas. Me siento bien y continúo corriendo.
Paso por la fuente de
Peñalozana y tampoco paro a coger agua, ahora hay bastantes tramos de sombra y
apenas he bebido agua durante la bajada. Decido continuar para no perder ritmo
y continúo la bajada. Cuando estoy llegando al risco de La Encinilla empiezo a
notar hambre por primera vez en toda la mañana. Es un hambre repentina e insistente y
tengo que parar y sacar unos cereales que llevo en la mochila para emergencias.
Los devoro como si fuera la última comida de mi vida. Me recuperan las fuerzas
y me hacen afrontar el siguiente tramo de bajada con muchas ganas.
Recorro los
senderos del Collado de La Encinilla pensando en que ya prácticamente lo tengo
hecho. Cuando llego de nuevo al Puente Nuevo llevo unas 6 horas corriendo y
unos 40km. Cojo agua por última vez y subo por la calzada andando lo más deprisa que puedo. Las
piernas ya no tienen fuerzas para subirla corriendo. Al llegar a la pista
continúo trotando hasta el Collado de Las Losas para perder el mínimo tiempo
posible. Ya sólo queda la bajada por el reboldo hasta Las Pedrizas y volver a
Jerte.
Echo una última mirada al
pueblo desde lo alto y me pongo en marcha. De nuevo cojo un ritmo tranquilo
pero constante y bajo por el reboldo pensando en todo lo que dejo atrás, en los
pensamientos negativos de la mañana que se han vuelto más eufóricos a medida que
iba superando tramos. A pesar de que aún me quedan unos 8 km sé que he conseguido
terminarlo y eso me anima a seguir. Salgo del reboldo y empiezo el tramo de pistas que me llevará hasta
Las Pedrizas. El GPS de queda sin batería cuando llevo unos 45km y unas 6 horas
y 45 minutos. Me habría gustado grabar el track completo pero tendré que darme
más prisa la próxima vez. Con un ritmo cada vez más lento llego a Las Pedrizas.
Los perros de la mañana me miran desde lejos. Esta vez no me dan ningún susto y
puedo continuar mi camino hacia Jerte.
Cuando llego a la pista de
Las Rejollás me dejo llevar. El camino es mucho más transitable y cómodo y ya
sólo quedan un par de kilómetros para llegar a Jerte. Paro en la Fuente de Los
Linares y aprovecho para beber agua y celebrar la victoria. Estoy en Jerte de
nuevo. Lo he conseguido. A mis espaldas unos 50km y unas 7 horas y media de
carrera. La experiencia ha sido más que satisfactoria, he aprendido a controlarme un poco más tanto mental como físicamente y me ha servido de excusa para aspirar de nuevo a aumentar la distancia y la dificultad en los entrenamientos. Todo se andará. Ahora toca descansar
y disfrutar de lo que queda de las fiestas (si las piernas lo permiten).
- Enlace al track de la ruta: TRACK
- Enlace al álbum de fotos: FOTOS
Killo ves cogiendo puntos pal UTMB, ¡¡¡YA TENGO COMPAÑIA!!!
ResponderEliminarJajaja eso ya es para mayores... Pero tiempo al tiempo que por ganas no será. Me haría mucha ilusión cualquier ultra... Por ahora seguiremos poco a poco jejeje
EliminarJajaja eso ya es para mayores... Pero tiempo al tiempo que por ganas no será. Me haría mucha ilusión cualquier ultra... Por ahora seguiremos poco a poco jejeje
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