lunes, 1 de abril de 2013

Al mal tiempo buena cara:



Esta ha sido una Semana Santa especialmente pasada por agua. Aprovechando mis “vacaciones obligadas” he aprovechado para pasarla entera en Jerte y he podido disfrutar intensamente del agua, el barro y las rocas en varias ocasiones. Desde la segunda edición de la Carrera por Montaña TRANSCANCHOS de Plasencia (ya hablé de ella en mi anterior entrada), hasta la segunda entrega de mis “Entrenos Traveseros” con Luis rizando aún más el rizo y haciéndolo más largo y duro que la vez anterior. Como de la Transcanchos ya he hablado me centraré en lo acontecido el resto de la semana y, como se suele decir: Al mal tiempo buena cara.


Después del obligado descanso del lunes para recuperar un poco las piernas de los esfuerzos del barro placentino, el martes tocaba volver a desgastar zapatilla. El cielo estaba bastante cerrado y la incesante lluvia caía sobre Jerte sin tregua. Decidí salir a hacer un entreno tranquilo, a disfrutar de la lluvia y la niebla. El comienzo me resultó más duro de lo que esperaba y notaba las piernas aún cargadas de la carrera del domingo. Aún así seguí adelante y, después de un par de caídas sin importancia y resbalones en el barro del Reboldo, llegué a Los Pilones recortando unos 5 minutos a mi tiempo habitual. La verdad es que me sorprendió bastante y decidí continuar con mi ascenso hasta el Puente Carrascal para probar cómo se comportaban las piernas y practicar un poco sobre terreno resbaladizo. Para mi sorpresa conseguí llegar hasta el puente en 1:04 (alrededor de 10 minutos menos de lo habitual). Continué el recorrido de la carrera con la idea de establecer una nueva marca personal y, después de pelear con el barro y las hojas mojadas del tramo final del Reboldo, conseguí llegar al puente de Jerte en 2:15, lo cual supuso una buena inyección de autoestima pues suponía una rebaja de más de 15 minutos a mi tiempo habitual y todo ello en unas condiciones bastante difíciles. Buen entreno, ojalá el 21 de Abril me encuentre en las mismas condiciones físicas.




El miércoles también llovía (como toda la semana), pero esta vez había pequeños intervalos de descanso entre chubasco y chubasco. Decidí salir sin chubasquero pues el ritmo del día anterior mantenía mis piernas en una situación de necesidad de reposo y mi idea era hacer un entreno más suave y corto. Para no complicarme mucho pensé que sería buena idea practicar las subidas y bajadas por los resbaladizos senderos del Reboldo y dediqué la mañana a ascender y descender el Collado de Los Lobos. Cinco subidas y bajadas pasadas por agua con muchos resbalones y patinazos llenándome las piernas y los pies de barro y empapándome con la lluvia (creo recordar que sólo llovió con intensidad ese día durante las dos horas que estuve entrenando). Cuando las fuerzas empezaron a mermar volví para casa a disfrutar del merecido descanso que me tomaría el día siguiente para recuperar y disfrutar de los compromisos sociales de la semana santa, que no todo es correr y hay que tomarse unas cañas de vez en cuando. Curiosamente, ese día llovió poco. 


El viernes teníamos programado un entrenamiento guiado por el recorrido de la Carrera por Montaña Garganta de los Infiernos para aquellos corredores que querían conocer el nuevo trazado antes de la prueba. Amaneció con lluvias torrenciales en Jerte y por la cabeza de algunos de los que iban a compartir entrenamiento con nosotros rondó la idea de dejarlo para otro día. Afortunadamente, muchos otros, quizá tan “cabezones” o “insensatos” como yo, decidimos seguir adelante con el plan y presentarnos en la plaza de Jerte para disfrutar de una buena mañana pasada por agua. Resultó que, entre jerteños y foráneos, conseguimos reunir un grupo de unos 20 corredores dispuestos a batirnos en duelo contra las adversas condiciones meteorológicas en el campo de batalla de nuestra carrera.


Se acordó dividir el grupo en dos con el fin de ofrecer la posibilidad de un ritmo más vivo a aquellos corredores más rápidos o experimentados y otro más tranquilo a aquellos corredores con menos experiencia. Por suerte o por desgracia a mí me tocó hacer de guía de los corredores rápidos y me tocó cambiar mi perspectiva de entreno tranquilito por uno un poco más exigente. Nuestro grupo estaba formado, en su mayor parte por los chicos del Salamanca Raid & Trail, Suso, Miguel, Jesús y yo.


Después de chapotear por los charcos de Las Merinas, llegamos a Los Pilones. Las incesantes lluvias hacían que el agua pasara con gran estruendo bajo nuestros pies en el puente. Decidimos sacarnos unas fotos bajo la lluvia antes de continuar nuestro ascenso. El sendero que une Los Pilones con la Garganta Chica se había convertido en un contínuo arroyo en la mayor parte de su recorrido. Los arroyos eran prácticamente pequeñas gargantas y hacían que el entrenamiento tuviera ese plus aventurero que tanto nos gusta a los que corremos por la montaña haciendo que la motivación aumentara dentro de nosotros en cada kilómetro.


La subida al Puente Carrascal no dejó indiferente a nadie y mucho menos la crecida que llevaba la garganta bajo el puente. De nuevo una foto que, lamentablemente, no puede captar el estruendo del agua a nuestra espalda y continuamos hacia el Puente Nuevo. La calzada se había convertido en un resbaladizo arroyo y los pequeños riachuelos de la parte baja eran auténticos ríos que había que cruzar con el agua por encima de las rodillas. Ascendímos de nuevo hacia el Reboldo y “disfrutamos” de las últimas subidas y bajadas entre el barro y los charcos hasta llegar por fin a Jerte en poco más de dos horas y media. Después de una breve despedida y de que algunos puedieran disfrutar de una merecida ducha caliente, tomamos una cañita para compartir las sensaciones experimentadas y conocernos un poco más. Después, cada mochuelo a su olivo con el recuerdo aún en la mente de la mañana que hemos compartido, deseando disfrutar de algo parecido el día 21 pero sabiendo que será difícil que se den las mismas condiciones.




El sábado tocaba el plato fuerte de la semana pues tenía planeada una nueva entrega de los entrenos específicos con Luis para la Travesera. En esta ocasión queríamos alargar el recorrido que hicimos hace un par de semanas intentando superar los 20km con 2500m positivos que recorrimos aquel día. Al menos esta vez el tiempo nos dió un respiro y no tuvimos que compartir entrenamiento con la lluvia y la nieve como nos pasó la otra vez. La hora de la cita: las 6 de la mañana,  como la otra vez; el lugar: directamente en el puente para evitar que nos señalen con el dedo los que aún están de fiesta a esas horas (es lo malo de vivir en la zona de bares).


Nos ponemos en marcha rápidamente para no perder tiempo pero esta vez el ascenso es más lento, aunque parezca que no, la semana santa también nos pasa factura a los que no salimos de fiesta. Ascendemos y descendemos, como ya es habitual en nuestros entrenos, de la manera más vertical y en línea recta que nos sea posible, intentando adaptar el terreno y el entrenamiento a lo que nos encontraremos este verano en Asturias. Llegamos al Collado de Las Losas y descendemos hasta el Refugio mientras comienza a clarear el cielo. Una vez allí, comenzamos el largo ascenso hasta La Panera. Poco a poco va amaneciendo y cerca de la cima tenemos que enfrentarnos a la niebla y al viento helado. Después de unos momentos de desorientación conseguimos llegar al Canchal de La Pared e iniciar el segundo descenso de la mañana hacia la Majada de Tormantos.


Al llegar abajo, un pequeño picoteo y de nuevo a enfrentarnos al exigente desnivel de la ladera, esta vez hacia arriba. Ascendemos poco a poco, con paciencia, dejando atrás La Vera y acercándonos de nuevo al frío y la niebla que nos esperan en la cima. Una vez arriba volvemos a desorientarnos un poco debido a la niebla hasta encontrar de nuevo el Canchal de La Panera. Iniciamos el descenso hacia el Refugio rápidamente para ganar, poco a poco, temperatura. Después de una larga y dura bajada campo a través nos toca enfrentarnos a la Garganta Chica. Por suerte, el hecho de que la lluvia haya dado una pequeña tregua, nos permite cruzarla sin grandes problemas a pesar de un par de inevitables resbalones. Antes de continuar el ascenso vemos a mi hermano, que también ha salido a entrenar, a lo lejos en el camino de Los Pilones.


Nos ponemos en marcha con la cuarta ascensión de la mañana. Esta vez subimos por la ladera de La Encinilla, también recto y también campo a través para no variar, atravesando la vegetación que nos encontramos a nuestro paso con la cabeza agachada hasta llegar al camino de la Ruta de Carlos V. Continuamos nuestro ascenso compartiendo camino con las cabras monteses hasta llegar, empezando a notar ya la dureza del entrenamiento, a la cima de La Encinilla, conocida como Las Carretas. Desde allí las vistas del Valle y de las gargantas de Asperones y de Las Majadillas son espectaculares. La acumulación de lluvias y de nieve en las cumbres hace que bajen con un caudal descomunal y los chorreros y charcos sean aún más espectaculares.


Comenzamos el descenso hacia el Puente de Las Majadillas, esta vez sin niebla, disfrutando de las vistas y pensando en la posibilidad de un nuevo trazado para endurecer aún más este recorrido con el fin de mejorar nuestra adaptación para Asturias durante el puente de Mayo. Finalizamos el descenso bastante técnico al llegar al puente y aprovechamos para sacar las últimas fotos y grabar algún video de la fuerza con la que baja el agua. Recuperamos fuerzas por última vez y llenamos las botellas de agua para enfrentarnos a la última subida. 


A pesar de ser un ascenso relativamente corto y sencillo, el desnivel y los kilómetros acumulados se hacen notar bastante y subimos con bastante calma y paciencia hasta llegar a la dehesa. Una vez allí comenzamos un descenso de trote tranquilo atravesando las matas de pequeños robles con vistas a Jerte afrontando la última bajada que nos lleva hasta Las Rejollás. Recorremos con calma el largo tramo de pista de tierra y cemento que nos lleva de vuelta hasta Jerte con la satisfacción de haber hecho un buen trabajo. Nos llevamos para casa 8 horas de entrenamiento con 31km y 3000m de desnivel positivo. El próximo mes de Mayo habrá que superarlo añadiendo un par de tramos al recorrido y será, posiblemente, debido a las cerezas, nuestro último entrenamiento juntos antes de enfrentarnos al desafío real de la Travesera. 



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