Un fin de semana en
Salamanca viene bien para relajarse un poco y para aprovechar y hacer una
limpieza general en casa pero, deportivamente, no tiene muchos atractivos.
Demasiada meseta, demasiado desprovisto de vegetación y desnivel… Mañana por la
mañana tengo carrera pero el objetivo no es competirla sino conseguir que Marga
la termine sin apenas entrenar y sin siquiera tener una base que se lo permita.
A ver qué tal se le da. Espero que le guste. Pero ¿y hoy? ¿Dónde puedo ir
que no me pille muy lejos de Salamanca para quitarme un poco el mono de
montaña? Me he pasado un buen rato ayer por la noche y esta mañana buscando
algún destino cercano, sencillo y atrayente teniendo en cuenta que no voy a conocer el
camino y tampoco quiero perderme. Al final me decido por ir hasta Fresnedoso, cerca de Vallejera, y desde allí subir a las pequeñas cumbres que veo cuando cojo el desvío hacia Barco
de Ávila al ir al pueblo los fines de semana. El día pinta mal, está lloviendo y por lo visto
en aquella zona llueve más aún pero la decisión está tomada.
A las 11 y algo llego a mi
destino. El pueblo es pequeño y bonito aunque hay una niebla bastante
densa y llueve a mares. Miro hacia la zona que tenía pensado recorrer y
está totalmente cubierta de niebla, no se ve nada y ni siquiera sé si hay un sendero que me
lleve hasta allí arriba. Al final decido subir hacia el otro lado, hacia los
molinos de viento que se ven desde la autovía y que ya me han llamado la
atención más de una vez. Hoy tampoco se ve nada allí arriba debido a la niebla pero me
indican un sendero que lleva hacia la cumbre y me pongo en marcha esperando
encontrarlos a lo largo de la subida.
Sigo el sendero ladera
arriba, es bastante bonito a pesar de que no se ve mucho más allá de donde
estoy debido a la niebla y a la lluvia. En unos 500 metros ya tengo los pies
llenos de agua y estoy totalmente calado. El sendero se termina en algo menos de 2
kilómetros y me toca subir directo hacia arriba, campo a través, esperando encontrar algún
otro sendero o la pista que recorre los molinos. Después de tener que trepar entre
los canchales empiezo a escuchar un zumbido un poco más arriba. Sigo subiendo y
empiezo a ver entre la niebla el primer molino. Es enorme, sabía que eran
grandes pero verlo de cerca impresiona. Hace bastante aire y se mueve a gran
velocidad sobre mí.
Empiezo a notar bastante
frío, la niebla se vuelve cada vez más espesa y empieza a llover con fuerza
pero tengo suerte y, junto con el molino, también he encontrado la
pista que va de un molino a otro así que me pongo a subir por ella hacia el
siguiente. El firme es bastante bueno pero tiene bastante pendiente y me cuesta mover
las piernas llenas de agua hacia arriba con el viento y la lluvia en contra. Con un ritmo más
bien lento sigo ascendiendo hasta escuchar de nuevo el zumbido. El
segundo molino se deja ver entre la niebla. Ahora llueve con más fuerza aún.
Menudo día he elegido para venir a un sitio que no conozco. No se ve nada salvo
la pista así que decido continuar por ella, se está formando un arroyo debido a
la cantidad de lluvia que cae.
El tercer molino marca la
cima de la ladera. La pista se vuelve más llana y, a partir de aquí empieza la
bajada. Apenas he recorrido 4 kilómetros. Empiezo a bajar sin saber hasta dónde
llegará la pista confiando en que, cuando se acaben los molinos, si no
encuentro el camino de vuelta, podré llegar de nuevo al pueblo con el GPS del
móvil. El arroyo baja cruzando la pista con bastante agua pero el firme sigue siendo bastante cómodo. Paso por el cuarto molino, el quinto, el sexto y, después
de tomar un pequeño desvío, el séptimo y último. Ahora parece que están más
cerca unos de otros, supongo que será porque bajo más rápido de lo que subía.
Ahora ya sólo me queda seguir pista abajo esperando llegar a algún sitio desde
el que guiarme.
Después de un par de
kilómetros de bajada la niebla empieza a volverse menos espesa y la lluvia me da
un respiro. Al fondo veo la autovía, estoy más lejos del pueblo de lo que
pensaba pero estoy seguro de saber volver. Cuando llego a la altura de la
autovía encuentro una pista que sigue su margen en dirección a
Fresnedoso. Decido recorrerla para llegar de nuevo al pueblo. Llevo unos 6
kilómetros. Al final el recorrido va a ser más corto de lo que pensaba. Empiezo
a pensar si ha merecido la pena venir hasta aquí para apenas 10 kilómetros en
la niebla y bajo la lluvia teniendo en cuenta que, la mayor parte del recorrido
lo he hecho por pista forestal. Se termina la pista y se
convierte en un sendero prácticamente abandonado, lleno de maleza y flores. Eso
me hace sentir mejor. Al fin y al cabo un sendero es más natural que una pista. Al
haber tanta hierba mojada me pongo perdido de agua pero al menos disfruto del
camino. Al fondo se ve la rotonda que lleva hasta el pueblo.
Al final del
sendero tengo que agacharme para evitar un espino y engancho el chubasquero con
la alambrada que evita que los animales se metan en la autovía. El resultado
son dos sietes como dos soles en la manga izquierda. En mi mente la balanza se inclina hacia el lado de que no ha sido una gran idea venir hoy hasta aquí. Miro el GPS. Llevo 7,5
kilómetros. Pienso que quizá pueda alargar un poco el recorrido cuando llegue
al pueblo tomando el desvío que parte hacia el bosque de la izquierda en lugar
de tomar el camino de la derecha que tomé al principio. Cuando llego al pueblo,
después de 9 kilómetros, me doy cuenta de que aún hay mucha niebla como para
ponerme a subir por el bosque sin conocer el camino, además estoy empapado y
hace frío. Mejor dejarlo para otro día. Es un sitio bastante bonito, seguro que
sin niebla y sin lluvia puedo disfrutarlo más. Me cambio en el coche la ropa
empapada y repongo fuerzas. Es una pena tener que dejarlo para otro día pero es
la mejor opción.
Cuando llego de nuevo a la
autovía para volver a Salamanca parece que la niebla se está levantando y la
lluvia es bastante más débil. A medida que me alejo de allí el día se va
poniendo mejor. Ahora que me voy se queda buen día. Es una pena. Habrá que volver algún día.
Y mañana a correr un ratito por las calles de
Salamanca. Pero mañana no seré el protagonista. Ánimo Marga!!
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