Hoy tocaba sacarse, en
parte, la espinita que teníamos pendiente con Castifrío. Después del intento
fallido en nuestro duatlón de semana santa debido a la nieve, la fecha del segundo asalto, esta vez en verano, estaba marcada en rojo. Poco después de las 7:30 el
Pérez y yo dejábamos el coche aparcado en Tornavacas frente a la pista donde
comenzaba nuestra aventura. Poco después se nos uniría Javi.
La primera subida consistía
en una pista encementada cerca del campo de fútbol de Tornavacas que
desembocaba en un camino que nos llevaría, poco a poco, hasta la Cruz de
Tornavacas, nuestro primer punto de referencia. Como a nosotros nos gustan las
cosas a lo bruto, y ante la imposibilidad de encontrar el camino, decidimos meternos en una finca para alcanzar una pequeña trocha que vemos a lo lejos en la ladera.
Perdemos algo de tiempo en saltar una alambrada y alcanzar un camino
medianamente viable. Empezamos bien. Después de avanzar verticalmente por la ladera y saltar
otra alambrada conseguimos llegar a un camino con algo más de uso que nos deja en una
pista de saca de árboles. Más adelante recorremos un pequeño trozo de sendero que nos deja
en otra pista y finalmente subimos verticalmente hasta lo alto del cerro. Por
fin, después de unos metros de bajada, llegamos a la pista de La Cruz, cerca de
la fuente y del desvío hacia la finca de la Garganta de San Martín.
Recorremos la pista hasta encontrarnos con la cancela que da paso a la finca. Saltamos y
seguimos el camino. Una pequeña confusión nos lleva de frente hasta un perro
que nos hace retroceder. Continuamos subiendo por el camino correcto. Poco
después llegamos a una calzada de piedra donde pastan las vacas de la finca.
Tenemos un pequeño enfrentamiento con una de ellas. No debe hacerle mucha gracia nuestra intención de pasar por ahí y nos obliga a bajar hasta
la garganta. Finalmente todo queda en un susto, la vaca se marcha y volvemos a la calzada. Por fin llegamos al "chalet” de San Martín. Aprovechamos para
beber algo de agua, comer un poco y planear el asalto a Castifrío.
Nos ponemos en marcha de
nuevo. El plan consiste en ascender un pequeño cerro con carabones no muy altos
y, lo antes posible, alcanzar las enormes morrenas por las que vamos a ascender
hasta la cima. Escuchamos una voz a lo lejos. Es Javi. Acaba de llegar al
chalet. Después de otro pequeño susto con las vacas alcanzamos la zona
acanchalada. Javi nos alcanza durante la subida y a partir de aquí continuamos
los tres juntos.
Sobre nosotros un grupo de
unas 20 cabras monteses nos dan la bienvenida a las faldas de Castifrío. En lo
alto, desafiante, nuestra meta. La ascensión es bastante cómoda para hacerla saltando de
canchal en canchal. Es larga y es dura pero vamos ascendiendo bastante rápido hacia la cima.
Llegamos a una zona donde
encontramos pequeños “aperitivos” de Castifrío. Grandes picos rocosos que se elevan sobre nuestras cabezas. Las cabras saltan detrás de
cada canchal que vamos alcanzando. La subida se
hace aún más vertical. Poco a poco vamos alcanzando lo alto del cerro.
Al fondo ya se ve Castifrío. Aún nos queda una última subida. Es algo más
tendida pero ya se va notando la ascensión en las piernas. Hace bastante aire y
la temperatura baja bastante.
Por fin llegamos. En la cima recuperamos
fuerzas y observamos las espléndidas vistas que tenemos delante. La Covacha al fondo. La Laguna del
Barco a nuestros pies. Es momento de disfrutar y descansar un poco al resguardo
del fuerte viento. Una foto y vuelta para abajo. A partir de aquí se me olvidó
que llevaba encima la cámara hasta que llegamos de nuevo a La Cruz de
Tornavacas.
El descenso lo hacemos dando
un pequeño rodeo para evitar volver por los canchales. Bajamos por la ladera del cerro,
peleando con el viento y saltando de piedra en piedra. Es una bajada algo
incómoda pero más rápida y segura que volver por donde subimos. Pasamos por los
canchales donde terminó nuestro anterior asalto a Castifrío. Esta vez no están
cubiertos de nieve. Finalmente alcanzamos la vereda y la seguimos hasta
encontrar el camino que nos llevará de nuevo, ladera abajo, hasta el puente del
chalet. Es una bajada bastante técnica, con mucha piedra suelta y, de repente,
empieza a notarse bastante el calor. Paramos en una fuente a repostar (es una pena
ir con alguien como Javi, que te va informando de cada lugar por el que pasas,
su nombre, sus caminos y destinos… y tener una memoria como la mía. Lo siento).
Por fin llegamos de nuevo al
chalet. Paramos a beber de nuevo y a comer algo. Aprovechamos para charlar con
los guardas y, después de un breve descanso, nos ponemos en marcha para
reemprender el camino de vuelta. El tramo de calzada y la pista hasta el
sendero que nos llevará hasta La Cruz se me hace eterno. La rodilla izquierda
ya está dando guerra de nuevo. Aún así, llevamos un ritmo bastante bueno.
Llegamos al sendero que recorre el bosque de robles de La Cruz. Vamos pasando
por los claros donde se realiza la romería.
Después de unos 5 o 10 minutos de
sendero llegamos a la explanada de La Cruz. Iniciamos una bajada bastante
vertical por distintos senderos hasta llegar a la pista de cemento y la
seguimos hasta la fuente donde dejamos el coche en Tornavacas. Nos despedimos
de Javi y nos refrescamos un poco antes de volver a Jerte.
Esta mañana nos hemos
quitado parcialmente la espinita de Castifrío. Aún queda pendiente una subida
desde Los Pinos, frustrada por la nieve del invierno. Hemos disfrutado de un
espléndido día de montaña, de subidas bastante duras y de un desnivel más que
aceptable y hemos descubierto infinidad de caminos y trazados para disfrutar en
Tornavacas gracias a Javi. Mañana toca recorrer todos los pueblos del Valle del
Jerte con la bici, es día de conquista. A disfrutarlo!
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