Por que no todo es correr y
también hay que darse una alegría de vez en cuando y pasear por la montaña en
buena compañía, contemplando el paisaje y disfrutando de las sensaciones... Este
miércoles, 1 de agosto, nos pusimos en marcha para realizar una ruta montañera
que hacía tiempo tenía pendiente por casa. Subir al Torreón desde la central
eléctrica de Solana recorriendo las maravillosas Lagunas del Trampal. La
expedición estaba formada en principio por mi padre y por mí pero al final
también se nos unió también Tana, que nunca había subido al Torreón.
A las 7 de la mañana nos
pusimos en marcha desde la central siguiendo un canal de agua que, debido al
calor veraniego y a las escasas lluvias venía prácticamente vacío. Poco después
el camino se adentraba en el curso de un valle formado por pequeñas gargantas rodeadas de
enormes bloques de granito totalmente verticales. Es un camino bastante marcado
y nos limitamos a seguir los hitos.
El piso se vuelve cada vez más irregular y
avanzamos a buen paso alternando rocas sueltas, pasto y canchales. El paisaje
es impresionante pues, a lo largo de toda la ascensión, estamos rodeados de
enormes moles de granito y paredes verticales con faldas de morrenas rocosas
que dejó la nieve en su caída. Me invade una sensación de pequeñez al mirar las
grandes paredes que nos rodean. No puedo dejar de sacar fotos, maravillado.
Después de seguir el camino
durante una hora más o menos llegamos a la primera, y más grande, laguna de las
tres que forman las Lagunas del Trampal. Nos tomamos un descanso para comer
algo y disfrutar de las vistas desde la pequeña presa artificial. Nos ponemos
en marcha de nuevo rodeándola por la orilla del lado derecho en busca de la
garganta que la alimenta, al otro lado.
Una vez allí seguimos ascendiendo por
la garganta hacia la siguiente laguna, la segunda en tamaño. Desde esta segunda laguna
podemos ver, al fondo, una tercera, más pequeña, que se forma en otra garganta
paralela a la que hemos tomado para subir. Aprovechamos para recoger agua pues
a partir de aquí no vamos a encontrar nada. Comemos algo y continuamos la
subida hacia la cuerda por un pequeño y verde valle y, posteriormente, continuamos el ascenso por
sinuoso camino de piedras sueltas. Desde aquí podemos disfrutar de las maravillosas
vistas que dejamos atrás. Otros años podía verse nieve por aquí arriba. Este
año, debido a la sequía, no queda nada del nevero.
Cuando llegamos a la cuerda
notamos el fuerte y frio viento que azota las cumbres y que nos acompañará durante
todo el tiempo que permaneceremos aquí arriba. Tomamos el camino hacia el
Torreón siguiendo los hitos. El camino es bastante cómodo y llevadero.
Aprovechamos para disfrutar de las paredes de Hoyamoros antes de marchar hacia
el Torreón y sacamos unas cuantas fotos.
A continuación el camino se
desvía hacia abajo para tomar un paso asegurado con una cadena que nos deja
prácticamente en la senda del Torreón, nuestra primera parada. Es la primera
vez que vengo en esta dirección y nunca había visto en persona este paso. La
verdad es que en verano, resulta bastante sencillo y la cadena apenas es
necesaria. En invierno, seguramente, será muy agradecida.
Ascendemos un pequeño tramo y llegamos a nuestro primer objetivo. Una vez en el Torreón
aprovechamos para sacar varias fotos para el recuerdo en su torreta. Aprovechamos para comer
un bocadillo en compañía de un montañero vasco que está dedicando el día a explorar
las cumbres de esta sierra.
Descansamos un poco y nos ponemos en marcha hacia
La Ceja. Esta vez mi padre y yo tomamos el camino que pasa por el lado de
Hoyamoros, más espectacular y vistoso, y Tana decide volver por el paso
asegurado por la cadena. Nos agrupamos al otro lado y nos ponemos en marcha
hacia la cuerda que nos llevará a La Ceja.
Hacemos cumbre en La Ceja,
aprovechamos para una sesión de fotos y nos ponemos rápido en marcha para la
vuelta. Sigue haciendo mucho aire y apenas se puede escuchar cuando hablamos.
Volvemos de nuevo al valle que dejamos atrás en la subida. La bajada se hará
más corta que la subida pero las piernas van a notar el esfuerzo del descenso
por un piso tan irregular.
En el primer tramo mi
rodilla ya empieza a darme pequeños avisos. Bajamos por la ladera de roca
suelta hacia el valle que nos dejará en la laguna de arriba en la que
rellenaremos de nuevo los botes de agua. Empieza a notarse el calor debido a la
falta de viento aquí abajo.Nos hará falta. Continuamos la bajada hacia la
laguna principal. Seguimos los hitos, a veces dudosos ya que hay por todas
partes, y, después de un rato llegamos a la laguna principal. Cruzamos por la
orilla de la laguna, de canchal en canchal, hasta llegar al otro lado.
A partir de aquí la bajada
se nos complica debido a que hemos seguido los hitos equivocados y nos hemos
metido por una garganta a nuestra izquierda, mucho más cerrada y complicada, y
perdemos mucho tiempo además de ser más arriesgada y dura para las piernas.
Después de un rato batallando con el camino conseguimos bajar al valle que
forman los dos pequeños arroyos al unirse y cogemos de nuevo el camino que nos
llevará de vuelta. Es un alivio. A partir de aquí el camino es más sencillo. Paramos en un charco de la
garganta a refrescarnos y a coger agua. Ya sólo queda un pequeño tramo de unos
2km hasta el coche.
La experiencia ha merecido mucho la pena, aún con dolor de rodilla, el paisaje espectacular y la compañía perfecta. Merece la pena descansar las zapatillas de vez en cuando para disfrutar de la paz y la tranquilidad de la montaña. No todo va a ser correr...
- Enlace al track de la ruta: TRACK
- Enlace al álbum de fotos: FOTOS
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