martes, 20 de noviembre de 2012

Candelario - Jerte (Failed):

Ya hace tiempo que en mi cabeza, y en la de alguno más, se gestaba la idea de realizar corriendo una travesía que uniera el pueblo de Candelario con el de Jerte atravesando la sierra y pasando por tres de los picos más emblemáticos de la zona: El Calvitero, La Ceja y El Torreón. Con esta idea rondándome la cabeza, hace poco me desplacé hasta Candelario para realizar la subida hasta El Torreón con la intención de conocer un poco el recorrido por esa vertiente pues nunca había estado por allí y comprobé que está muy bien marcado. La parte de Jerte aún queda un poco a la improvisación debido al deterioro de sus caminos y a que la primera parte se realiza campo a través buscando los claros que dejan los carabones por Majada Reina hasta llegar a los chozos de La Nijarra. Aún así decidimos intentarlo el pasado sábado y, lamentablemente, todo quedó en eso, en un intento, porque ni siquiera pudimos completar la mitad del recorrido debido a las condiciones climatológicas tan adversas que nos encontramos.



Hace un tiempo que algunos compañeros que compartimos afición por esto de las carreras por montaña y amistad en las redes sociales venimos hablando de la posibilidad de hacer entrenos un poco diferentes e intentar compartirlos para socializarlos y hacerlos más enriquecedores y divertidos aprovechando nuestra cercanía geográfica. Ya este verano realizamos la ruta de Carlos V, uniendo Jerte con Jarandilla, junto a nuestros amigos de Casas del Castañar pasando una divertida mañana de montaña y ahora le tocaba el turno a esta nueva travesía más invernal de lo que nos esperábamos. Después de “caerse” de la “convocatoria” Victor y Suso al final sólo Dani pudo acercarse a compartir con nosotros este reto. Así que, a las 7:30h de la mañana del sábado 18 de Noviembre, salimos de la Plaza de la Independencia de Jerte Pérez, Fery, Dani y yo camino de Candelario después de un sábado bastante lluvioso con la esperanza puesta en las estrellas que se veían entre las nubes antes de amanecer y que auguraban un buen día.


Llegamos a Candelario antes de las 9:00h y nos preparamos para la salida. El día parecía bastante claro a pesar de que alguna nube aún se mantenía pegada a lo alto de la montaña. Con la esperanza de que a lo largo de la mañana se levantara nos hicimos la oficial foto de salida cuando ya se veía a lo lejos algo de nieve en las cumbres, algo que sólo parecía ilusionarme a mí. Cinco minutos para calmar un poco los nervios y nos ponemos en marcha ascendiendo por la larga calle principal del pueblo hacia su parte más alta con un ritmo lento pero constante. La temperatura es fresca pero no en exceso y poco a poco vamos entrando en calor cuando llegamos arriba.


Una vez en lo alto del pueblo cogemos el sendero que recorrimos tanto en el Cross por Montaña de Candelario como en el Kilómetro Vertical del Calvitero para subir hacia la pista del pinar. Es un sendero estrecho y con mucha vegetación, bastante técnico y resbaladizo debido a la tierra mojada de la noche anterior pero con un encanto especial. Después de recorrer algo más de un kilómetro a lo largo de la pista del pinar atravesamos una cancela y recorremos una serie de cortafuegos que nos llevan en línea recta y totalmente vertical hasta la Plataforma I, nuestro primer “checkpoint”. 


Desde esta plataforma continuamos el ascenso recorriendo los pequeños caminos abiertos entre la maleza y atravesando un par de veces la carretera hasta la segunda plataforma, la Plataforma del Travieso, donde muere la carretera. A partir de aquí recorremos un sendero bastante técnico que nos lleva, también muy verticalmente, hacia la Cuerda del Calvitero. La temperatura empieza a volverse bastante gélida y la niebla comienza a hacerse patente. Poco más arriba, en un arroyo, paro a coger agua y a ponerme algo de abrigo y los guantes pues las manos empiezan a quedarse heladas por la temperatura.


A medida que ascendemos la nieve hace su aparición en el suelo y poco después el viento helado comienza a golpear copos de nieve sobre nuestras caras que duelen como agujas clavándose en la piel. El suelo y la vegetación empiezan a cubrirse cada vez más de blanco y parece que estemos en pleno invierno con esta estampa tan navideña. Nos cruzamos con un grupo de montañeros que ascienden en medio del temporal y nos dejan pasar trotando. En este momento el paisaje ya es totalmente blanco, no se puede ver mucho más que nieve en el suelo y el blanco de la niebla y la nevada en el horizonte. El hecho de que vaya en pantalón corto causa sensación y es foco de las conversaciones.


Seguimos ascendiendo y adelantamos a otros tres montañeros que iban por delante de nosotros. Para nuestro disgusto ya no queda nadie más ascendiendo por delante y ahora somos nosotros los que vamos pisando nieve virgen y nuestra única guía son los hitos que vamos encontrando a nuestro paso pero que cada vez están más cubiertos de nieve y con la nevada y la niebla apenas podemos distinguirlos de las rocas. Recorremos así un par de kilómetros hasta que ya apenas podemos seguir el camino, encontramos algún hito de vez en cuando pero la mayor parte de los pasos que damos son en la trayectoria equivocada.


Decidimos parar para sacar una foto de grupo que muestre el panorama que teníamos a nuestro alrrededor entre risas nerviosas para evitar pensar en el frio que estábamos pasando y en lo peligrosa que se estaba volviendo la situación. Decidimos continuar hacia adelante confiando en encontrar pronto el camino. Bajamos saltando entre canchales hacia lo que parecía un hito que resulta ser una simple roca. Seguimos bajando hacia un arroyo donde creo que pasa el camino pero no es así. Cada vez nieva más, hace más frio y, definitivamente, estamos fuera del camino, perdidos. Las risas nerviosas aumentan intentando quitar hierro al asunto, apenas podemos hablar con claridad pues tenemos congeladas hasta las mandíbulas y después de varias caídas y alguna herida decidimos darnos la vuelta por seguridad en un momento de lucidez.


Es momento de recuperar la temperatura cuanto antes y realmente no tenía mucho sentido continuar hacia adelante intentando buscar el camino pues aún nos quedaban unos 200-300m positivos que ascender y varios kilómetros hasta La Ceja y El Torreón. Cuanto más ascendiéramos más fuerte sería la nevada y más cubierto estaría todo de nieve y el Paso del Diablo, por donde tendríamos que realizar el descenso ayudados por la cadena, podría ser demasiado peligroso en estas condiciones y, finalmente, tendríamos que darnos la vuelta de todas todas, con el añadido de más de una hora extra en estas condiciones. Lo más sensato era volver a Candelario y tomarnos la revancha en otro momento con mejores condiciones climatológicas y eso fué lo que hicimos.


Ascendemos por una canchalera y encontramos de nuevo un hito lo cual nos tranquiliza bastante, a lo lejos vemos el siguiente, estamos en el camino de vuelta y rápidamente nos ponemos a trotar siguiendo las señales, descendiendo rápidamente buscando el calor que nos permita sentir las manos y los pies. Apenas se ve nada en el horizonte debido a la niebla pero, a medida que descendemos, se va aclarando un poco y parece que deja de nevar. Después de unos minutos de bajada oímos voces a lo lejos. Tenemos la sensación de haber vuelto a la civilización. De nuevo nos cruzamos con el grupo de montañeros que ahora están atados con una cuerda para evitar perderse y buscan el camino de bajada. Después de cruzar unas palabras con ellos continuamos nuestro descenso trotando ladera abajo por el camino que ahora está más pisoteado y nítido. La niebla va desapareciendo poco a poco y comenzamos a notar que el aumento de temperatura desentumece nuestras extremidades.


Por fin dejamos atrás la nieve y la niebla y ahora solo tenemos que descender el técnico sendero de rocas sueltas que nos llevará de nuevo a la Plataforma del Travieso. Realizamos la bajada a ritmo más vivo para alcanzar la plataforma cuanto antes. Poco a poco comenzamos a poder mover los dedos de las manos y ya podemos hablar con claridad. Seguimos descendiendo rápidamente hasta la Plataforma I donde realizamos una breve parada para picar algo antes de continuar con el descenso por los cortafuegos hasta el pinar.


Ya más tranquilos aprovechamos para sacar algunas fotos puesto que antes no podíamos permitírnoslo debido a la imposibilidad de usar las manos agarrotadas por el frio. El sentimiento de impotencia por no haber podido culminar el reto está presente pero también podemos pensar más fríamente en lo peligroso que habría sido seguir adelante en esas condiciones. Hemos hecho lo correcto. Llegamos por fin al pueblo. Descendemos de nuevo su calle principal hacia la plaza ante la mirada de los turistas hasta llegar al coche. Aprovechamos para cambiarnos la ropa mojada (los que podemos porque el pobre Dani dejó todo en Jerte ya que, en principio, era el punto final de la ruta), y nos tomamos un merecido refrigerio en un bar de la plaza antes de emprender la vuelta. El montado de jamón con tumaca sabe a gloria.


Es triste pensar, ahora en casa, que no hemos podido terminar lo que empezamos pero también es una satisfacción saber que fuimos capaces de hacer lo correcto y darnos la vuelta antes de cometer una imprudencia. Aún así fue un entreno muy enriquecedor y completo y la verdad es que nos echamos unas risas en una situación bien complicada a pesar de estar muertos de frio y apenas poder hablar debido a la temperatura. La experiencia mereció la pena con creces y nos queda el gusanillo de terminarla por lo que nos queda una deuda pendiente con esta travesía y volveremos a intentarlo cuando los días sean más largos y menos fríos. Mientras tanto seguro que habrá muchos otros retos que superar y aventuras que disfrutar. Un placer gozar de la compañía de estos tres grandes compañeros y amigos en locuras de este calibre, sin vosotros seguro que habría sido más aburrido y peligroso. Un abrazote y hasta la próxima, máquinas! 

  • Enlace al track de la ruta: TRACK
  • Enlace al álbum de fotos: FOTOS 

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