sábado, 19 de mayo de 2012

Recorriendo los molinos de Fresnedoso:


Un fin de semana en Salamanca viene bien para relajarse un poco y para aprovechar y hacer una limpieza general en casa pero, deportivamente, no tiene muchos atractivos. Demasiada meseta, demasiado desprovisto de vegetación y desnivel… Mañana por la mañana tengo carrera pero el objetivo no es competirla sino conseguir que Marga la termine sin apenas entrenar y sin siquiera tener una base que se lo permita. A ver qué tal se le da. Espero que le guste. Pero ¿y hoy? ¿Dónde puedo ir que no me pille muy lejos de Salamanca para quitarme un poco el mono de montaña? Me he pasado un buen rato ayer por la noche y esta mañana buscando algún destino cercano, sencillo y atrayente teniendo en cuenta que no voy a conocer el camino y tampoco quiero perderme. Al final me decido por ir hasta Fresnedoso, cerca de Vallejera, y desde allí subir a las pequeñas cumbres que veo cuando cojo el desvío hacia Barco de Ávila al ir al pueblo los fines de semana. El día pinta mal, está lloviendo y por lo visto en aquella zona llueve más aún pero la decisión está tomada.


A las 11 y algo llego a mi destino. El pueblo es pequeño y bonito aunque hay una niebla bastante densa y llueve a mares. Miro hacia la zona que tenía pensado recorrer y está totalmente cubierta de niebla, no se ve nada y ni siquiera sé si hay un sendero que me lleve hasta allí arriba. Al final decido subir hacia el otro lado, hacia los molinos de viento que se ven desde la autovía y que ya me han llamado la atención más de una vez. Hoy tampoco se ve nada allí arriba debido a la niebla pero me indican un sendero que lleva hacia la cumbre y me pongo en marcha esperando encontrarlos a lo largo de la subida. 


Sigo el sendero ladera arriba, es bastante bonito a pesar de que no se ve mucho más allá de donde estoy debido a la niebla y a la lluvia. En unos 500 metros ya tengo los pies llenos de agua y estoy totalmente calado. El sendero se termina en algo menos de 2 kilómetros y me toca subir directo hacia arriba, campo a través, esperando encontrar algún otro sendero o la pista que recorre los molinos. Después de tener que trepar entre los canchales empiezo a escuchar un zumbido un poco más arriba. Sigo subiendo y empiezo a ver entre la niebla el primer molino. Es enorme, sabía que eran grandes pero verlo de cerca impresiona. Hace bastante aire y se mueve a gran velocidad sobre mí.


Empiezo a notar bastante frío, la niebla se vuelve cada vez más espesa y empieza a llover con fuerza pero tengo suerte y, junto con el molino, también he encontrado la pista que va de un molino a otro así que me pongo a subir por ella hacia el siguiente. El firme es bastante bueno pero tiene bastante pendiente y me cuesta mover las piernas llenas de agua hacia arriba con el viento y la lluvia en contra. Con un ritmo más bien lento sigo ascendiendo hasta escuchar de nuevo el zumbido. El segundo molino se deja ver entre la niebla. Ahora llueve con más fuerza aún. Menudo día he elegido para venir a un sitio que no conozco. No se ve nada salvo la pista así que decido continuar por ella, se está formando un arroyo debido a la cantidad de lluvia que cae.


El tercer molino marca la cima de la ladera. La pista se vuelve más llana y, a partir de aquí empieza la bajada. Apenas he recorrido 4 kilómetros. Empiezo a bajar sin saber hasta dónde llegará la pista confiando en que, cuando se acaben los molinos, si no encuentro el camino de vuelta, podré llegar de nuevo al pueblo con el GPS del móvil. El arroyo baja cruzando la pista  con bastante agua pero el firme sigue siendo bastante cómodo. Paso por el cuarto molino, el quinto, el sexto y, después de tomar un pequeño desvío, el séptimo y último. Ahora parece que están más cerca unos de otros, supongo que será porque bajo más rápido de lo que subía. Ahora ya sólo me queda seguir pista abajo esperando llegar a algún sitio desde el que guiarme.


Después de un par de kilómetros de bajada la niebla empieza a volverse menos espesa y la lluvia me da un respiro. Al fondo veo la autovía, estoy más lejos del pueblo de lo que pensaba pero estoy seguro de saber volver. Cuando llego a la altura de la autovía encuentro una pista que sigue su margen en dirección a Fresnedoso. Decido recorrerla para llegar de nuevo al pueblo. Llevo unos 6 kilómetros. Al final el recorrido va a ser más corto de lo que pensaba. Empiezo a pensar si ha merecido la pena venir hasta aquí para apenas 10 kilómetros en la niebla y bajo la lluvia teniendo en cuenta que, la mayor parte del recorrido lo he hecho por pista forestal. Se termina la pista y se convierte en un sendero prácticamente abandonado, lleno de maleza y flores. Eso me hace sentir mejor. Al fin y al cabo un sendero es más natural que una pista. Al haber tanta hierba mojada me pongo perdido de agua pero al menos disfruto del camino. Al fondo se ve la rotonda que lleva hasta el pueblo. 

 
Al final del sendero tengo que agacharme para evitar un espino y engancho el chubasquero con la alambrada que evita que los animales se metan en la autovía. El resultado son dos sietes como dos soles en la manga izquierda. En mi mente la balanza se inclina hacia el lado de que no ha sido una gran idea venir hoy hasta aquí. Miro el GPS. Llevo 7,5 kilómetros. Pienso que quizá pueda alargar un poco el recorrido cuando llegue al pueblo tomando el desvío que parte hacia el bosque de la izquierda en lugar de tomar el camino de la derecha que tomé al principio. Cuando llego al pueblo, después de 9 kilómetros, me doy cuenta de que aún hay mucha niebla como para ponerme a subir por el bosque sin conocer el camino, además estoy empapado y hace frío. Mejor dejarlo para otro día. Es un sitio bastante bonito, seguro que sin niebla y sin lluvia puedo disfrutarlo más. Me cambio en el coche la ropa empapada y repongo fuerzas. Es una pena tener que dejarlo para otro día pero es la mejor opción. 


Cuando llego de nuevo a la autovía para volver a Salamanca parece que la niebla se está levantando y la lluvia es bastante más débil. A medida que me alejo de allí el día se va poniendo mejor. Ahora que me voy se queda buen día. Es una pena. Habrá que volver algún día. 

Y mañana a correr un ratito por las calles de Salamanca. Pero mañana no seré el protagonista. Ánimo Marga!!
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